miércoles, 23 de marzo de 2016

Poema de cuando te crees más piola que yo


Huele a pescado podrido
a bacalao,
tu pascua perversa
con esa bandera de estrellitas muertas
de imperio metiendo la cola
en estas nuestras tierras.
Acá hubo muertos
y ustedes jalaron el gatillo,
yo no me olvido, de eso se trata la memoria;
ustedes que se sacan selfies con Cristo
mientras sufre los pecados que todavía no cometí;
esos muertos
y otros más nuevos,
ustedes que ponen la calcomanía
de una familia tipo
en la puerta trasera del auto,
ustedes que juegan al ludo
y quitan del medio a los pobres
con la suerte de un dado.
Yo voy haciéndome el que no sabe nada,
el pelotudo con esta cara que no me banco
pero sabrán que sé
limpiarme el culo sin que quede mierda
y vomitar a donde el perro no llega.
Y un mal día me verán cansado
y les escupiré la cara y las manos
para que se chupen los dedos
de mi saliva maloliente, pero sincera.
¡Si le chupan las medias al jerarca de turno
mirá si no me la van a venir a chupar a mí!
Yo sé, también,
que admirás a la revolución
pero cuando se te antoja te vas a Cuba
en cuna de oro y en clase turista de primera:
gil, gila, careta, oligarca, garca,
si hasta la cara de pija sin bolas
ponés cuando vacacionás con dios.
Se te cae el culo cuando ves pibitos/as pobres
y vos comés en los mejores restaurantes,
vos comés todos los días.
Sos tan piola que preferís mirar un monumento
y admirarte
sin ver que a un costado te están pidiendo una moneda.
Para vos también hay
que vas corriendo la silla
para el lado de la oficina que te conviene
y en tu chatura de niño/niña malo/mala
sucumbís ante el primer grado monetario
que no te haga perder el bondi de tus privilegios.
Vení, vení, si te la aguantás,
cagame acá en la vereda de la casa que alquilo
que voy a soltar al perro
y te morderá con sólo olerte, con esta rabia
que es la espuma de la muerte
y te harás pis encima como siempre
pidiéndole a mamá los pampers
que te quedaron de la primavera pasada.
Acá tenés mi otra mejilla,
la otra la puse ayer mientras vos dormías;
acá tenés mis palabras escritas
señal de que no tenías nada que hacer.
En mi barrio somos así:
una vez le robé a un rico
para hacer justicia:
el muy idiota se creía feliz y ahora vive con miedo,
no lo dice pero por las noches
teme verme en la oscuridad de su encierro.
Yo voy a seguir silbando
por si al viento le hace falta fuerza;
a las marionetas se les cortan los hilos
si quieren ser libres,
¿vos podrás? ¿querés serlo?
Y sino, está bien: seguí haciéndole el caldo gordo
a la gilada que te pone la manzana podrida en el plato:
yo, en vez de ellos,
te voy a enseñar qué podés hacer con las semillas.