viernes, 24 de diciembre de 2010

Literatura argentina: el fruto del pasado

Realizar una crítica supone marcar subjetivamente un pensamiento que es la base de toda ideología que a la vez puede coincidir o no con la de una sociedad (Rousseau creía que sino se daba esa relación, ese sujeto estaría en problemas) y que, casualmente, de eso se trata también la política.
Bajo ninguna forma puede negarse la relación política – literatura dentro de una sociedad, como confirman Asturias, Gogol, Capote, Hugo, entre otros.
La primera obra de la Literatura Argentina nace por necesidad de una época en donde el daño moral de un país en formación (progreso para los optimistas) buscaba la manera de liberarse de la opresión principalmente europea. “El Matadero” de Esteban Echeverría (1805-1851) se entromete a contarnos, a manera de denuncia, el estado político social de nuestro país en el primer cuarto del siglo XIX: “Estábamos, a más, en cuaresma, época en que escasea la carne en Bs. As., porque la iglesia, adoptando el precepto de Epicteto, Justine, abstine (sufre, abstente), ordena vigilia y abstinencia a los estómagos de los fieles” . Pero más allá de esto, es necesario explicitar que la primera obra literaria argentina es un relato que describe la lucha entre unitarios y federales, o sea, una disputa política. Y en argentina, ese tipo de dualidades es de alguna forma una constante en el boca a boca cotidiano: el argentino criticón, que cree tener “capital simbólico” para poder opinar de cualquier tema, aun sin saber.
Más adelante, claro, Martínez Estrada proyectó una “utopía de país”, como lo ha hecho Bayer, como lo hace actualmente Piglia volviendo al pasado trágico.
Influyó e influye mucho la política en la educación, casi siempre para mal, claro.
Y digo para mal porque hasta hace muy poco, los docentes eran formados por un sistema incapaz de ayudar a interpretar y reconstruir bajo otra mirada un hecho concreto de la historia. De modo tal que se hace prácticamente imposible proyectar alumnos/as o personas crítico con ideologías o subjetividades.
Rosas, Mitre y Roca enseñaron que el indio era un bárbaro, de ahí el juicio de valor hipócrita hacia el otro que es igual a mí y a vos. El mismo Sarmiento, portador de una utopía dañina que subestimó más de lo que instruyó. La dictadura setentista expulsó a los “inteligentes” porque estaba “prohibido pensar”; se quemaron libros, los jóvenes no debían educarse, tenían que ignorar su realidad. Hoy, el sistema educativo refleja a la luz los inconvenientes que provienen de esos años.
Se puede establecer un vínculo claro entre estas elucubraciones, ambigüedades tan iguales, que ostentan muchas veces con el derrotero, pero toda culpa de los que presiden el antagonismo entre desigualdad y esperanza, entre represión e inocencia, entre la corrupción y la dignidad.
La literatura trata de dar respuesta desde una obra escrita a las obsesiones de un país por crecer desfavorablemente.
En síntesis, nuestra sociedad hoy es, penosamente, el resultado de todo el acontecer pasado que nos legó la falta de responsabilidad y respeto por el prójimo, vuestro reflejo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Represión, no desalojo

En este blog hemos insistido en llamar las cosas por su nombre. Por supuesto, los grandes medios (y aquellos que no son tan grandes) insisten en decodificar las noticias a su antojo.
No se puede llamar desalojo a la violencia, al asesinato realizado por la Policía Federal y Metropolitana. En tan sólo un mes, cinco personas fueron asesinadas por luchar por un lugar en el mundo, por un pedacito de tierra, por dignidad.
Tanto el gobierno nacional como el de Capital son culpables de las masacres cometidas en las últimas semanas y no se hacen cargo. En la Argentina existe una policía cada vez más violenta y dirigentes que criminalizan la protesta y medios de comunicación que ocultan a los verdaderos responsables de ests asesinatos.
Leer entre líneas significa poner atención en los zócalos que anuncian las "tomas", "usurpaciones" y "okupas" que roban (según Crónica TV). En los canales del monopolio puede entreverse que el principal responsable es el gobierno nacional (enmudecido, porque nadie salió a dar explicaciones), mientras que la "TV Pública" acusa al jefe porteño de los asesinatos en Villa Soldati.
"Terrenos Vacíos, gente sin casa": una antítesis que se repite y que resulta un punto flojo en las salidas a los conflictor por parte de los gobiernos. Los responsables se ausentan o, en todo caso, dan excusas. La gente no tiene donde vivir y son ignorados por el sistema que los despoja y estigmatiza en la calle, y en la televisión.