martes, 29 de mayo de 2018

Cine, arte y política

Hay una serie de películas latinoamericanas donde se puede encontrar un tópico que,en cierta forma, muestra la sutil contradicción entre "el deber ser" y "lo que se es".
Cuando de política se trata, la forma de entender el mundo y vivir parecen entrar en una tensión que a veces es difícil de manejar, sobre todo para los que tenemos un pensamiento de izquierda centrado en el marxismo y que sobrevivimos al sistema capitalista con desatino.
Ciertos personajes de la historia del arte, retratados en algunos films, dan cuenta de esto. Voy a nombrar, por caso, tres largometrajes porque hace unos días nomás vi online "El mural" (2010, Olivera y Antonio Armonía) que relata un pasaje de la vida del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros en Buenos Aires donde realizó una obra maestra en el sótano de la mansión de Natalio Botana (jefe del Diario Crítica).
Tanto "El mural" como "El elegido"(2016, Antonio Chavarrías) y "Frida" (2002, Julie Taymor) expresan una curiosa imagen de protagonistas del arte y la política del siglo XX. En este sentido, surge un interrogante inevitable al reconocer ciertas actitudes ya sea de Siqueiros, Neruda, Rivera, Trotsky y Frida: Las conductas humanas que expresan  ¿se condicen con el aspecto humano que profesa la ideología marxista? ¿Cuánto se impone una ética revolucionaria capaz de superar la realidad que nos conduce a otro lado, menos querido?
En las primera de las películas citadas, Siqueiros impone un discurso materialista (que hasta le cuesta días de prisión) pero sus gestos de posesión no se hacen esperar: goza de conducir un vehículo caro para la época (mediados de los años 30), le expresa a su esposa la necesidad de ganar mucho dinero para tener su propia mansión y se da ciertos lujos burgueses en la casa de quien lo contrata.
En la misma cinta, un joven Pablo Neruda que aún no había desarrollado su militancia comunista, se obsesiona con Luz Brum -poeta y pareja del muralista- a tal punto de tener un affaire con ella (que también se profesaba marxista) a espaldas de Siqueiros.
En esta línea de amoríos y engaños se presentan otras historias en los círculos de intelectuales y artistas unidos por un mismo pensamiento político. Cabe destacar los engaños de Rivera para con Frida Kahlo (que hasta tuvo una relación con la hermana de ésta), y la pintora mexicana con el mismísimo Trotsky.
No sólo se proyectan mentiras y adulteración en las relaciones amorosas entre dichos protagonistas porque también los resquemores políticos atravesaron de manera dramática tales encuentros. Siqueiros fue uno de los autores materiales e intelectuales del ataque armado que sufrió Lev Davídovich durante su estadía en México, meses antes de su asesinato por un militante español de nombre Ramón Mercader, "El Elegido" por un círculo stalinista. El mismo Neruda estaba de acuerdo con la necesidad de "quitar del medio"al creador del Ejército Rojo para fines de los cuarenta.
No deja de resultar curioso que cierto grupo de la intelectualidad de izquierda (sobre todo esa fracción más cerca del PC ruso, radical y autoritaria) se proyectara -en una guerra interna- a la "caza de brujas" persiguiendo a los que, en otro momento, fueron compañeros.
Conocemos el destino del poeta Maiakovsky o Roque Dalton, por citar solo algunos. Y en otro extremo, la reciente decisión de que el líder de la alianza progresista "Podemos" de España compre una mansión por 600 mil Euros mientras proclama "igualdad de condiciones" para sus patriotas.
Quizá, cuando algunas de nuestras conductas humanas, cuando la ética revolucionaria determine nuestro accionar, sobre todo como marxistas, y tengan su coherencia e impronta capaz de transformarnos culturalmente, tal vez así sea la manera de empezar a transformar la sociedad.

miércoles, 25 de abril de 2018

HAIKUS PARA OTRO CIELO


La luz ajena
de otro estará sobre ella
y yo a oscuras.
La canción oye
arrinconada, necia
mi voz molesta.
Quiere su vida
ser más vida, no muerte,
pájaro que huye.
Los nubarrones
que amenazan con caer
no la tocarán.
¿Qué sabe ella si 
he prolongado el día 
para que vuelva?
Un espejo une
lo que quedó de mí:
menos su abrazo.

martes, 6 de marzo de 2018

MESSI NO JUEGA MÁS AL FÚTBOL

No, no es una noticia, ni una primicia, ni una rumor, ni una confirmación. Si quieren puede entender como una hipótesis que intentaré desarrollar.
El fútbol es más que un deporte. Todas la pasiones humanas se reúnen en un rectángulo de hierba; se manifiestan incansablemente en un grupo de personas que, organizados lo que más pueden (porque al fútbol juegan y ganan los orgánicos), arrastran -con cierta habilidad- una esfera de cuero cuyo fin teleológico debe ser la red que se excede de los límites del campo de juego. La estética es un elemento constitutivo, pero sin ella, hay una ausencia.
Decir fútbol es decir Messi. Porque confluye en una verdadera evolución histórica desde cuando este deporte comenzó a proyectarse como un juego para pocos, fines del siglo XIX en la que junto con los grandes avances científicos se creaba un encuentro maravilloso con el propósito de disfrutar. Messi aglutina los caracteres del génesis, los primeros dribleos y regates, los grandes nombres, las estrategias, las técnicas, la habilidad, la erudición para decidir en menos de un segundo lo que se debe hacer con la redonda.
Messi excede cualquier información actual respecto del precio del dólar, del barril de petróleo, de la deuda externa, de otra payasada del presidente, de cualquier tapa de un periódico. Y en la sección de deportes ya no hay que preguntarse si hizo un gol, sino cómo. Y ese cómo es la forma, una manera, todas las formas y maneras, una poética. Todo aquello que en algún momento resultaba imposible, este pibe nacido en Rosario lo convierte en el arte sublime.Y de nuevo la belleza, lo estético.
Sin embargo, pienso a esta altura que todo eso que Messi hizo superó ciertos límites, atravesó barreras y muros y vallas y cualquier obstáculo que se le imponga. Entonces, Messi ya no juega al fútbol. Mejor dicho, juega a cualquier cosa menos al fútbol. Porque igual se divierte. Porque en su cuerpo lleva la didáctica de lo épico y la epifanía del deseo. Porque decir que Messi juega al fútbol es un despropósito y con el perdón que se merecen otros jugadores profesionales, comprendo que “La Pulga” ha logrado transferirnos a otro universo.
Se me ocurre pensar que se parece más a un jugador de pool: en sus pies hay un taco que guía con precisión adónde debe ir la pelota.¡Si no fíjense el gol de tiro libre al Girona del domingo pasado! La barrera salta como en un ballet teatral y el balón pasa tenue para depositarse contra el palo opuesto del arquero que ve cómo sus compañeros han dado el espacio suficiente para quedar en ridículo. Pero de pronto es mago, y alquimista, y atleta del perseguido, y malabarista en un semáforo, y gimnasta, y esgrimista, todo a la vez, y flamea como una bandera (celeste y blanca), porque hay que agradecer que haya nacido ene stas tierras, en la tierra.
Insiso: Messi ya no juega al fútbol. Juega a otra cosa. Es poco decir que es un futbolista: su capacidad creativa dentro de una cancha merece mejores elogios, incomparables con quien sea. Hace rato que Messi es un mortal que ha venido al mundo a satisfacer los ojos (eso que hace inmortal) de los que deseamos un poquito, aunque sea, de buen fútbol por más que lleve otra camiseta. Y eso, eso queridos lectores, es un concepto nuevo y a futuro que ha introducido este muchacho con el talento de sus pies.

lunes, 5 de febrero de 2018

Mi tiempo


 Por Víctor Torres (Tandil)
Te doy un segundo para que respires
y, al mismo tiempo,
aproveches en darme un beso.

Te cedo un minuto para que pienses
antes de cerrar la puerta.

Tienes un período absoluto
para escribir una misiva
o dar una señal de que estás aunque no estés,
para volver cuando tengas ganas.

Te ofrezco mi eternidad para que me acompañes

cuando te quedes sola.

martes, 9 de enero de 2018

Una de caníbales

Por Víctor Torres

Los ejercicios de la humanidad están condenados a convertirse en actos terriblemente inhumanos. Ante la posibilidad de luchar por sobrevivir, la individualidad del hombre es capaz de manifestar sus peores mezquindades ante su propia condición, porque eso es lo que ocurre en la flamante obra "Cadáver exquisito" de Agustina Bazterrica, reciente ganadora del premio Clarín de novela.
El sistema capitalista es la explotación del hombre por el hombre, en la trama ficcional de CE ya no basta con la opresión y la alienación: es necesario domesticar la vida humana para poder alimentar al resto de los humanos.
"Tener una cabeza doméstica en la ciudad es un signo de estatus que da prestigio", civilización y barbarie parecen ser la misma cosa, pero entre el devorador y el devorado hay una grieta establecida que nadie piensa ceder.
Los animales ya no pueden ser comestibles. El gobierno ha advertido que un virus mortal hace imposible el consumo de carne animal. Entonces, "la ley del más fuerte" se antepone y se constituye "la lucha por la supervivencia": los frigoríficos de carne humana dominan el mercado en manos de otros humanos que se asumen el poder decidir quiénes son aptos para el consumo y quiénes no.

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En el mundo de la novela, lo fantástico no es tan fantástico, lo terrorífico no es tan irreal. Justamente, ¿qué puede haber de irreal en un mundo en el que la humanidad se ha vuelto tan individualista, donde prima el "sálvese quien pueda", donde somos capaces de "pisar la cabeza" de otro para obtener nuestros propios beneficios?
Una cadena de montaje natural, sin miramientos, parece hallar su lógica en el universo de Cadáver exquisito. Nadie se cuestiona "quién se come a quién": la naturaleza impuesta ahuyenta cualquier posibilidad de caos porque nadie lucha contra eso: si hasta los más pobres asaltan un camión jaula cual zombies para poder devorar lo que llevan adentro.
Marcos Tejo, el protagonista, trabaja en un frigorífico que produce y selecciona reses de carne para ser consumida, pero carne humana. Su labor allí lo tornan un sujeto ausente de sus propias condiciones de vida. La pérdida de su hijo y la separación de su mujer, lo llevan por caminos sinuosos para replantearse qué es lo que le falta. Hasta que llega Jazmín.
Con un lenguaje singular, tiempo y espacio determinados en un futuro próximo, una trama atractiva de principio a final (por momentos kafkiana) que conduce a una lectura voraz, tan voraz como el hambre humano de ingerir a otro humano.