lunes, 30 de agosto de 2010

El valor de los libros

-Por los libros soy capaz de desnudarme- dijo el lector un poco exagerado.
Es que, en vez de vestirme y apenas comer con el sueldo que tengo, puedo aproximarme al valor de tener algunas ediciones usadas…

jueves, 26 de agosto de 2010

Una bictoria es victoria al fin

El poder de la palabra

El reclamo de los compañeros me parecía justo. De ninguna manera esos oligarcas y burgueses podrían quedarse con lo que nos correspondía.
Sin embargo, en esa marcha jamás creí que las palabras se escribieran según el uso, es decir, el contexto del empleo en su morfología, lo cual me pareció también transgredir la lengua que predomina.
Uno de los mensajes decía: “El pueblo no va a aflojar. Nuestra bictoria es para siempre”.
Por un momento me escandalicé. Mi función de letrado no podía permitirse semejante agravio, aún esbozando una frase justa y digna de reconocer.
Con cierto despecho, pero con la mejor modestia, me acerqué hasta la señora que sostenía el cartel y le dije al oído que en verdad la palabra victoria se escribe con Ve corta. A lo que ella, orgullosa y complaciente, respondió: “Lo que ocurres es que nuestra bictoria tiene que ser larga, muy larga…”.

lunes, 23 de agosto de 2010

Escuchador de radio

Uno prende la radio y enciende la fantasía. Aunque a veces las noticias son repetitivas o tergiversadas es indudable que la radio posee una función clave para cualquier ciudadano, para quien desea enterarse de lo que pasa o, por lo menos, no sentirse tan solo.
No falta el que se despierta con el reiterado “pi” de las siete, ni el que pone música o el que oye el estado del tiempo y la necrológica. No hay spica que no haya sido abrazada ni walkman golpeado cada vez que se traba el tuning.
La tecnología tiene el don de evolucionar pero no puede inventar el instante mágico en que uno se presta a oír el partido, la quiniela o entretenerse mientras desayuna o simplemente, vive.
Es imposible ignorar a los raperos que cargan en sus hombros la protesta y el minicomponente o los que acortan el tiempo de viaje con el mp3.
Lo cierto es que el oyente de radio crea su espacio de audición y tiene la virtud de imaginar lo que escucha. Oír historias, noticias y opiniones pone al receptor en un acto creativo tal que en su mente dibuja lo que otros relatan.

jueves, 19 de agosto de 2010

Lo imposible

“Remontando un barrilete en esta tempestad”
Divididos


Agitando un pañuelo blanco
transito inocente en medio de la batalla.
Siembro con resquemor una semilla en la lava
y ruego al diablo que deje de hacer maldades.
Busco un hombre libre, y también una mujer.
Atravieso fronteras sin identidad,
o por lo menos, con lo que soy
y llevo en mis manos una flor que intentaré cambiar
por un abrazo del enemigo.
Juego a la escondida contra un detective,
Leo el diario que dice la verdad,
Acudo sin más a los intentos de una batalla
Que quiere la paz en medio de las balas.

sábado, 14 de agosto de 2010

Los medios de comunicación hoy

Conocida es la puja que llevan adelante gobierno y los monopolios. Lo cierto es que, tanto el uno como el otro en su ambición de poder, obstaculizan el acceso a los medios y, por tanto, a la información verdadera. La conveniencia de uno es letal para el resto.
Mentir es propio de Clarín, y una manera del “decir” del gobierno. En cambio, los que no nos alistamos en su espacio creemos que la Ley de Medios Audiovisuales es una oportunidad muy importante para acercarnos a la comunicación y ser partícipes de una alternativa al poder manifiesto (además de erradicar tanta impunidad y concentración del capital informativo).
Una radio comunitaria, un diario popular, un canal abierto deben ser las herramientas para cualquier ciudadano en un estado democrático. Las noticias en pocas manos son siempre las mismas noticias, las mismas opiniones e inclinaciones que no dejan prosperar a un país rico en la expresión y necesitado de gritar a los cuatro vientos que piensa.
No queremos un diario que nos mienta, ni políticos ligados a las empresas, ni flashes atosigándonos con la “inseguridad”, ni informativos cubriendo la corrupción y desconociendo el gatillo fácil, ni la desnudez en programas que desdeñan la condición humana. Antes los dirigentes manejaban a los medios, ahora son las empresas las que proponen un candidato. La dictadura dictaba las noticias (en una mano la birome y en otra la picana), ahora los empresarios deciden qué contar y cómo.
Deseamos opinar, pensar, expresar, manifestarnos. La libertad por sobre todas las cosas. Están muy bien los programas de entretenimiento siempre y cuando no denigren a otras personas. Hay que desconfiar de “6,7,8” pero más de Mariano Grondona, Morales Solá y TN. No es lo mismo Víctor Hugo Morales que Alfredo Leuco, ni Lanata que Fernando Bravo, ni Aliverti que Magdalena Ruiz Guiñazú. Hay diferencia entre Prensa de Frente y El Argentino, Página 12 y Clarín, entre Miradas al Sur y La Nación.
Hay que estar atentos y abrir bien los ojos, buscar la fuente confiable de información. El periodismo independiente siempre termina siendo más dependiente que nunca, según lo que le paguen y no por sus convicciones.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Lector hermético

Leer es recorrer entre los pasillos de la imaginación, historias que tienen algo para decirnos. Leer
nos transporta, nos transforma; a otros mundos, en creadores y entusiastas de otra realidad.
Ni bien posamos nuestros ojos ante la inmensidad de las palabras somos autores, propietarios de
una idea que se genera a partir de nuestra interpretación (cargada de polisemia y del subjetivismo),
tan válida como la intención del autor.
En nuestro papel de lector se funda la importancia de
completar la interacción entre emisor y receptor, de modo
que sin esa función sería inoportuno el papel del autor. No
se trata de creer que el emisor escritor
de un textopuede
resultar inexistente o suprimir su capacidad creativa, pero
sí es preciso señalar que es el lector el que llena las
hendijas que en los relatos, interpretación o retóricas caen
en un abismo.
Umberto Eco habla de “relleno” en relación a los espacios vacíos que dejan los autores en sus obras,
espacios que conducen a los lectores a aportar sus virtudes y visiones particulares. No siempre se
logra culminar el proceso que rige la lectura, pues considero que cuanto más elaborada es la
construcción del receptor más fácil es canalizar la semiosis.
No es casual que este humilde blog intente observar cuestiones muchas veces ignoradas por los
escritores y que resultan fundamentales para analizar una obra literaria. No habría posibilidades de
desentenderse de la complejidad de los textos sin no fuera por la presencia del lector.
Por eso digo que el lector es un creador; un creador tanto o más que el propio autor.

sábado, 7 de agosto de 2010

El ladrón de libros

Se ha juzgado a ladrones de cuadros pero jamás ladrones de libros. El arte de robar libros no debe verse como un delito sino como la única manera de obtener un bien mayor del arte por vías ilegítimas.
He sido -no sé si abandonaré esta actividad- un ladrón de libros. En una de las tantas”Feria del Libro”en Palermo, he consumado sin pudor uno de los pecados capitales: robar. No me enorgullece, sin embargo justifico mi accionar en el ineludible oportunismo de extraer sutilmente algo que no obtengo por dinero (ni cualquier bien permutable). El placer, la pasión, el derecho fueron motivos más que justos para aceptar mi accionar.
Claro, lo que nos diferencia de los ladrones de pinturas es que el libro se reproduce en mayores cantidades y no es necesario tener el original (un alivio más para Van Gogh).
Ahora que lo pienso, sería capaz de sustraer de cualquier museo alguna obra clásica, con el debido respeto que se merece su creador.
Estoy dispuesto a ser el lector defensor de cualquier acusado por infringir una ley, y pruebas y argumentos para la libertad, sobran. Uno roba libros por la imposibilidad de alcanzarlos, es decir, por el precio (son pocos los coleccionistas). El negocio de las editoriales ha generado situaciones impensadas: desde piratear una obra, trucharla o o sustraerla. No es lo mismo robar un televisor que “Adan Buenos Aires” de Marechal, ni llevarse la plata del país a un banco suizo que una bolsa de papa.
El buen ladrón quisiera nunca tener que robar, canta el trovador. Un vecino está desocupado y tuvo que, humildemente, robar para darle de comer a su familia (a él también lo voy a defender). Un compañero extrajo generosamente “Un mundo feliz” de Huxley de un estante en una librería céntrica, cuyo precio no era acorde al bolsillo de cualquier ciudadano. Considero en estos casos tener un manto de piedad y entender las carencias.
¿Debe mi vecino pasar hambre y el compañero negarse la lectura?
Para ser socio de una Biblioteca Popular ¡te cobran!. De hecho, si uno ahorra las cuotas termina, al cabo de unos meses, comprando el libro que le hubiera sido prestado. Peor es la Biblioteca Nacional donde uno solicita el libro que jamás verá.
Heredé el consejo que cualquier persona recibió alguna vez: lucha para alcanzar lo que deseas. Y vaya si me sacrifiqué para esconder una biografía sobre el Che Guevara.
En esta apología no se incluyen los robos innecesarios o que perjudican la vida de los demás tales como quedarse con un libro prestado o alguna biblioteca barrial, por eso devolveré -hoy o mañana a más tardar- lo que corresponde. Un ladrón debe ser honesto por sobre todas las cosas.