viernes, 22 de enero de 2016

Huarmi y el mar

Hace tres años, Huarmi conocía por primera vez el mar. 
Sintió cómo las olas más débiles 
le acariciaban sus pies felices, 
de huellas diminutas y firmes. 
La espuma se enredaba en su piel
y la besaba con ternura no queriendo retornar
a su monótono ciclo de ida y vuelta constante. 
Arena que amoldaba su cuerpito blanco
protegido del sol.

Un encuentro único cada vez
que el mar se le presenta amplio,
y Huarmi adorada por el tributo de las aguas.

Huarmi sintiendo por vez primera
que el mar nacía recién
donde ella miraba y pisaba.
Y terminaba, en su imaginación,
vaya a saber uno en qué horizonte.

domingo, 17 de enero de 2016

Cuando llegue a viejo

Me pregunto si cuando sea viejo
-si es que llego-
voy a tardar tanto para sacar plata
del cajero
o si madrugaré para hacer
los trámites y mandados.
Me pregunto si voy a ser ese viejo
que manosea la fruta antes de comprarla
o si me detendré en la vereda simulando barrer
para chusmear y pensar en un secuestro.

¿Me tiñeré el pelo,
me preocuparán las arrugas,
tendré joroba,
me aprovecharé de mi senectud
para colarme en las largas filas del infierno?

Cuando llegue a viejo quiero el primer asiento del bondi,
entrar gratis al cine,
acomodarme el bulto en la calle,
interesarme por las necrológicas de los diarios,
subirme el lompa hasta el ombligo,
usar chinelas con media tres cuarto,
jugar a las bochas y sentarme en un banco de la plaza
a desear culos y tetas para mi cama.

Necesitaré de un viejo amigo
para pelearme con él todos los días,
de un bastón para espantar la muerte
y de una enfermera que me limpie la sonda
y los vestigios de mis años perdidos.