viernes, 24 de enero de 2014

Los niños siempre tienen razón

Siempre me disgustaron los dibujos animados de Disney, incluso cuando yo era chico. Me dije, pues, liberar a mis hijos de programas ilusos, sin sentido, de los programas que dicho canal transmite. Es difícil escapar siendo que están tan impuestos ya sea en la televisión como a través de internet.
Huarmi, al parecer, se vio encantada con “Doctora muñecas”, un dibujo (que ya nada se parecen a los que había en mi época) que relata el “oficio” de una niña morocha (reconozco el avance de la programación en este sentido, ya que durante muchos años tuvo cierto prejuicio hacia los negros) que cura a los muñecos de todo tipo. Su familia, a parte de la madre, son algunos muñecos que la acompañan en sus aventuras.
En una conversación póstuma me dice “¿Viste papá que Riquelme trabaja en los dibus?”. “¿Riquelme?. ¿El jugador de fútbol?”- le pregunto asombrado. “Sí, el mismo. Ese que juega con la camiseta rosa”- sentencia. “No hija, te habrás equivocado. ¿Será que se llama Román y vos lo confundiste? No todos los “Román” son Riquelme ni futbolistas”- le explico para evitar enredos en su memoria y pensamiento. “De verdad, papá”- con un halo de insistencia. Los niños suelen hacer asociaciones disparatadas, pero muchas veces resultan verdaderamente asombrosas. Los niños siempre tienen la razón.
Por supuesto que yo dudaba de que sea cierto. A lo mejor, era la pantera rosa y por eso lo había confundido. Pero claro, luego me aportó otros datos interesantes. “¡Hasta tiene bufanda y no corre, camina!”. Me sorprendió el grado de descripción tan precisa. Decidí, entonces, mirar con ella el programa y así salir de semejante embrollo.
Pero, ¡claro!, ¡Cómo no se iba a confundir Huarmi!. Al que ella confundió con Riquelme era un muñeco de nieve, y se llama ¡FRIOLÍN!.
Los niños siempre tienen razón.

sábado, 18 de enero de 2014

Borges y el otro Borges

Supongamos que vivió más en la calle México que en el mismísimo barrio de Palermo (no importa si el Soho o el Hollywood, el nuevo o el viejo) y que su inmortal desdicha lo condujo hacia la eternidad, la de los libros, la cultura y la crítica universal. Yo hablo del otro, el de la infamia y los fervores que varias veces suele confundirse con el lúcido hacedor que, a pesar de la ceguera, se sienta a contar las líneas de unos felinos y a silbar “la cumparsita” en las avenidas de Zurich. Escapan de un laberinto (Borges y él) y se involucran en otro que se bifurca sin tiempo ni eternidad. A uno lo deleita la prosa de Conrad y el otro exaspera con Shopenhauer. A Borges le surge un diálogo con Homero y una cita con Sábato, mientras que al otro –amante de los mapas- un interminable río de recuerdos junto a Heráclito, Shakespeare y Cervantes. -“Cada uno de los dos era el remeda caricaturesco del otro”. Contaba uno de ellos confundido como en una torre de Babel. Recostado en guardalibros de Cambridge o Ginebra lee a pesar de la ceguera. Practica latín e inglés, harto de suturas y condiciones ambiguas. En prosa o en verso. A Poe o a Faulkner. Con Bioy o Macedonio. A los dos les agrada compartir un café en Buenos Aires o en casa de las Ocampo resolviendo el esquema casi dogmático para instaurar el ultraísmo en América y manifestarlo en Sur o en Proa. Vieron a Fierro huir despacio como desconociendo un hecho, simulando un homicidio. Alguno de los dos lo vio morir en el desierto en manos de un morocho. La crónica así lo amerita. Fueron testigos de aquel hombre de frondoso prontuario que apuñalaba en los conventillos y que se disfrazaba con el nombre de Muraña. Pero yo les hablo de él, de Borges... de él y de Borges. Aquel escritor erudito y agnóstico (entiéndase en plural) que rozó el Nobel con la punta de sus dedos cuando los suecos se jactaron de su apoyo derechista. El “niño” que vociferaba en las Universidades de todo el planeta urgiendo de su desidia, optar por leer antes de escribir. Entonces, es a más de uno al que le gusta leer, que intenta descubrir los enigmas del tiempo. El fue quien, despiadado e infeliz, acometió a injuriar las proezas de los hombres que se ríen del destino y acaban desafortunados. Borges fue quien repliega el lenguaje súbdito de la tradición literaria argentina, para convertirse en un Inglés destinado a los arrabales porteños. Ahora su alma ríe en otro lado, vaya a saber uno en qué locura de Menard. Uno reconoce que el otro emplea bien el disfraz e ignoran si han sido cuerpos de una misma sombra. El espíritu cree ser el mismo, las virtudes parecidas. La vida es otra, o la del otro. Hoy, ya no sé cuál de los dos escribe éstas páginas.

martes, 14 de enero de 2014

Charla-debate sobre literatura en la casa de la cultura: ADET

CHARLA DEBATE: "El rol del escritor en la sociedad actual" el VIERNES 17 DE ENERO a las 19hs en la Casa de la Cultura (Rodríguez y Belgrano). Entrada libre y gratuita.
A cargo de Víctor Torres y Nicolas Arizcuren
En el marco de "CONSTRUCTORES DE ESPEJOS" actividad cultural en Tandil organizada por ADET.
Los esperamos!!