domingo, 23 de marzo de 2014

El mito de la Casa Tomada

Uno de los cuentos más leídos de Cortázar es sin dudas "Casa Tomada". Hay tantas interpretaciones como páginas del relato, aunque una predomina: la metáfora del peronismo.
La idea del relato establece el paradigma de que la Casa de Gobierno ha sido "tomada" por los pobres, los mismos que metieron las patas en la fuente, los plebeyos, descamisados. Dos hermanos (Irene y el narrador en primera persona) viven en una casa muy amplia y suntuosa y de a poco empiezan a notar "ruidos extraños" que avanzan desde los distintos ambientes. Dichos habitantes poseen una tradición que parece representar a la aristocracia, a los cipayos y gorilas que se ven alarmados por la invasión de los marginados.
El mismo fue publicado por primera vez por alguien cuyo antiperonismo era resonante, sí: Jorge Luis Borges, el mismísimo. Aunque en 1951 el cuento va a integrar el libro "Bestiario" y va a alcanzar popularidad.
Hacia fines de los setenta, en una entrevista muy famosa, Cortázar confiesa que la idea del cuento le nace de un sueño (aunque lo llama "pesadilla") en el cual se siente "amenazado" por fuerzas extrañas que lo van arrastrando hacia un abismo. "Algo que no se podía identificar me desplazaba poco a poco" dice el autor de Rayuela, como dejando sentado el origen de aquella idea. Cortázar acepta la interpretación con la que el cuento ha trascendido, pero afirma que no es la suya.


Es conocida su visión del peronismo. Se lo ha acusado de "gorila", pero nunca lo fue (algo muy común del movimiento es desdeña a quien no comparte el pensamiento). El peronismo lo encuentra ya en París y desde allí comienza a entender que es un "exiliado". Su adhesión al socialismo (cubano) lo va a alejar -aún más- no solo del peronismo sino también de lo que ha sido acusado, "vendepatria". Suele pasar, también, que los escritores son admirados desde lo estético y denostados por lo político.
Pero ¿de quién es la casa? La casa como símbolo patrio y del poder, del espacio simbólico y físico del "Estado", ¿tiene un dueño?. Tal vez la mejor respuesta sea la democracia, a pesar de que Irene y su hermano se ven despojados por el "caos y el desorden" reinante y clasista.
Me atrevo a decir que esos "ruidos extraños" que representan a los marginados son los que Cortázar soñó como un ideal revolucionario y no como una simple alegoría, ya que pareciera funcionar como los que nunca llegaron a entrar a la casa (la puerta queda cerrada y la llave se pierde).

La literatura nos muestra esa multiplicidad de lecturas que resulta tan mágico como el relato mismo, la experiencia de los personajes, a la alegoría que trasciende épocas, receptores e ideologías.

martes, 11 de marzo de 2014

Sarlo perdida en el laberinto ideológico

Sarlo perdida en el laberinto ideológico

Escrito por Víctor Torres
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Beatriz Sarlo es el síntoma de lo que le ha pasado a muchos escritores de izquierda en Argentina. Quiero decir: en un principio, sus ideas, publicaciones, ideologías, concepciones del mundo abrazaban las transformaciones sociales y revolucionarias y, por tanto de la literatura. En la actualidad, se han perdido en el pensamiento liberal y derechoso tan patético como vacío de contenido.
Las teorías y críticas literarias devenidas del marxismo, el neomarxismo (Lukács, Goldmann, Escarpit), la Escuela de Frankfurt (Benjamin, Adorno) como el estructuralismo (Todorov, Barthes) fueron recogidos por Sarlo para instalarlos en el eje de la discusión sobre la cientificidad de la literatura. Junto con Carlos Altamirano, han sido portadores de un nivel intelectual muy imporante en los años sesenta y setenta.
Pero parece que duró poco. Sobre todo a Sarlo. La autora de variados ensayos sobre política y cultura, además de literatura, siempre genera polémica cuando su voz despierta cierto interés para expresar lo que piensa acerca de la política actual. Es conocida su presencia en el programa oficialista 678, en cuya presentación demostró cierta solvencia de sus argumentos aunque muy focalizado en los medios exteriores.
Sin embargo, es la Sarlo hablando sobre literatura la que más interesa o parece ser efectiva en sus análisis.
Hace poco hallé un texto muy interesante sobre política y literatura de los años sesenta. Una compilación de textos de Julius Lester y René Depestre cuyas traducciones fueron hechas por Piri Lugones, guerrillera y nieta del poeta. Los temas van desde el ataque del EEUU a Vietnam, el Che Guevara, el Surrealismo de Bretón, los negros, el asesinato de Martin Luter King, racismo, el liberalismo, el fascismo. La selección de esos textos para Centro Editor de América latina fueron hecho por Beatriz Sarlo, la misma que hoy defiende a los monopolios y tiene un discurso aristocrático.
Kovadloff, Andahazi, Caparrós también han pasado por esto, a lo que yo llamo “desvaríos de pensamiento”. ¿A qué se debe semejante cambio? ¿Qué debió vivir un intelectual como sarlo para tener un origen maoísta y terminar sacando el escudo para la derecha?
Cuando murió David Viñas, Beatriz se paseó por varios canales recordando al gran crítico de izquierda en la argentina. Viñas, más de una vez, le reprochó sus tendencias conservadoras (Lean “Menemato y otros suburbios”). Muchos escritores, críticos e intelectuales han vivdo ese desajuste, ese defasaje que va de lo popular a lo elitista, de izquierda a derecha, de marxismo a liberalismo.
De todos modos, hay que leer a Sarlo. Como así también a Vargas LLosa. Pero no le crean sus discursos políticos, disfruten de lo que ficcionalizan.