miércoles, 31 de diciembre de 2014

Antología poética del Che Guevara

Además de armas y medicamentos para el asma, Ernesto Guevara lleva en su mochila libros y un par de cuadernos. Se encuentra en Bolivia con el ejército guerrillero que él mismo organizó para desarrollar la revolución. Pero en octubre de 1967, el Che es capturado y asesinado por la CÍA.
Entre sus pertenencias se destacan fotos que Guevara fue sacando en los campamentos en los cuales se  asentó estando en la selva boliviana  y, principalmente, el diario que narra las jornadas de lucha y un cuaderno de tapa verde en el que aparecen varios poemas de distintos autores. Como bien confirma paco Ignacio Taibo en el prólogo de "El cuaderno rojo del Che", Guevara había hecho una antología poética.
Hay curiosidades que rodean al texto. Una de ellas es que quién recopila no aclara el nombre del autor de cada poema cosa que resulta bastante extraña y es un dilema sin resolución posible hasta ahora. A lo mejor, Guevara se propuso un juego de memorizar los versos sin que el nombre del autor influya en el descubrimiento.
Paco Ignacio Taibo analiza al Che como un hombre impresionado por la poesía, fascinado por autores de habla hispana (aunque había leído "Las flores del mal" de Baudelaire en francés) y con un deseo que no pudo llevar a cabo: ser poeta. "El cuaderno verde" confirma esa fascinación y parece tratarse de un material que el Comandante fue transcribiendo con cierto tiempo, sobre todo en la estadía en Bolivia y en momentos de guardia y/o relajación, algo que también desarrolló en la Sierra Maestra.
Guevara se transforma así en un compilador. Recoge poemas que lo maravillan como "Poema 20" de Pablo Neruda, "Un largo lagarto verde" de Nicolás Guillén  o "Los heraldos negros" de César Vallejo. En este sentido, no deja de impresionar la transcripción del extenso poema llamado "La gran aventura" del poeta español León Felipe donde Guevara reescribe con su puño y letra los versos que hacen referencia a Don Quijote y Sancho por la España del Siglo de Oro.  Le tuve que haber gustado mucho para realizar semejante escritura. La novela de Cervantes será también motivo de inspiración literaria para varias cartas que el Che escribiría, por ejemplo, en la despedida a sus padres.




El último poema que aparece en el cuaderno se llama "El cántaro" y es también de León Felipe. El primer verso parece ser un signo de lo que vendría para el Che:
" No había otra salida que la muerte...
la destrucción... el sueño... el Gran Sueño..."

La muerte encontraría a Guevara poco tiempo después de transcribir aquel poema y su figura pasaría a la historia de manera definitiva, mitificado, más allá de que su acción, su coherencia y su ejemplo sean lo más importante de destacar en él, en un revolucionario.
La presencia del guerrillero trasciende la lucha política y se instala también en el arte, en la literatura. No es casual que su carga material en pleno combate esté repleta de libros y escritos: prefirió llevar una pequeña biblioteca antes que un botiquín, prefirió transportar versos que municiones de guerra.
La antología creada por Guevara es esencial para comprender la poesía hispanoamericana, por la importancia de sus autores y la calidad de los poemas que el Che elige para transcribir. Un material imprescindible para las escuelas y para los lectores revolucionarios.

domingo, 30 de noviembre de 2014

El (extraño) efecto Aira




¿Escribir muchos libros habla de buena calidad? Esta debe ser una pregunta frecuente a la hora de pensar en la producción literaria de César Aira, por más que -como veremos más adelante- Chitarroni diga que eso no es una crítica considerable.
Me pregunto también si alguien leyó los más de ochenta libros que publicó.
Después de Borges nunca oí un nombre más influyente en la literatura argentina desde hace tres décadas. Aún con esa antinomia difícil Aira-Saer que predominó y sigue vigente (tan innecesaria pero presente en nuestra cultura en general), el escritor pringlense parece trascender todo tipo de críticas y no se oyen de él -sobre todo de sus contemporáneos- otra cosa que elogios.
Nobleza obliga -pero ser noble no es una obligación sino una virtud- y, por lo tanto, siento que la obra de Aira es sumamente prescindible. Para mí, claro. Es verdad que ha impuesto una forma literaria de los noventa para acá pero esa forma no es nueva. Ya sea por la brevedad de los relatos o los llamados “Novelle” -ni cuento largo ni novela corta, o ambos- la narrativa de Aira se pretende filosófica en pasajes donde el protagonista observa el mundo, reflexiona sobre él desde su “yo” (demasiado centralista y altanero para mi gusto) y, naturalmente, termina siendo más un género ensayístico que un relato ficticio.
No digo que Aira tenga problemas con los géneros. Al contrario, hace caso omiso a esa diferencia. Sin embargo, es una moda que ya se usó. Se usó en la literatura europea y latinoamericana como procedimiento que se desarrolla en un contexto entre “el fin de la historia” y, por lo tanto, de la necesidad de escribir. Y en Argentina sobran ejemplos a lo largo de todo el siglo XX: Arlt, Walsh, Fogwill, Soriano, entre otros. Quiero decir que, si su influencia se escurre por su técnica de escribir, más bien pienso que se trata de un capricho de lectores más que de un estilo original.
Hay que desconfiar de los escritores que escriben mucho y publican demasiado.



“Entre los indios” es una ficción que se puede rescatar de su obra aunque, por momentos, el texto parece perderse en su propio mundo que está contando. Es interesante el trabajo que hace sobre Alejandra Piazarnik en un ciclo de charlas que se publica luego en un breve ensayo.
En una entrevista reciente, la escritora Selva Almada aseguró que Aira hace que se escriba fácil. No es un elogio. Es una impresión factible, pero ¿Para quiénes escribe y qué calidad desarrolla su prosa?
Luis Chitarroni, editor y crítico de la camada del autor de “Cómo me hice monja” sostiene que “Aira hizo caso omiso siempre a los dictados de buena conducta cultural y creó -con una hasta el momento inimaginable suficiencia- opciones y alternativas infrecuentes”1. Y explica que hay tres tipos de críticas que se le hacen a su obra: a) “los que se burlan de la cantidad como si esta encerrara una idea irrisoria de la calidad”; b) “la de quienes creen que lo que Aira escribe es aburrido e inane, excento de acción y desenlace y que por lo tanto es un mito inventado por lectores ineptos y supersticiosos” y c) “los que no le creen, por ejemplo, que no corrija” como si una musa de Apolo se le presentara o una manifestación epifánica lo convirtiera en una autor poseso.
Pienso que en esas críticas que enumera Chitarroni – y como argumenté antes, hay más- no son irrefutables pero sí valederas. “Cumpleaños”, por nombrar alguno de sus libros, bien puede caber en la crítica b.
Hace poco, Josefina Ludmer habló de una “crisis de la literatura”, tanto desde la producción como del público lector. Tal vez en esa “crisis” podamos entender mejor porqué Aira es tan destacado.
De todos modos, el interrogante sigue sin ser respondido ¿Cuál es la verdadera influencia de Aira? ¿Qué es lo que atrae a los lectores que lo elogian tanto? No lo saben. Sí saben porqué se lo critica pero no saben responder porqué no hay que criticarlo y eso deja en duda la verdadera grandeza de un escritor.

1Chitarroni, Luis. Mil tazas de té. La bestia equilatera. Bs. As. 2008. Pág. 46.

lunes, 27 de octubre de 2014

El escritor tandilense y la tradición


Por Víctor Torres

El título de este artículo es un juego borgeano que nos lleva a precisar algunas cuestiones para revisar la literatura local. Se puede afirmar que nuestra ciudad tiene una “tradición” (esta categoría suele ser muy cuestionada en el ámbito de la crítica) que suele pasar desapercibida, ignorarse o incluso silenciar, como si el pasado no fuera fundamental para valorar nuestras letras.
Tandil no sólo ha albergado escritores reconocidos e importantes para el canon nacional sino que también ha creado – y criado- los suyos. Los últimos años de la Feria del Libro han demostrado la enorme cantidad de escritores que las sierras han cobijado y cobijan (muchos de ellos de localidades vecinas que se han radicado en nuestra ciudad).
La ficción aparece como una novedad que en los últimos años ha explotado gracias a la publicación de novelas, cuentos e incluso leyendas (género por demás recurrente para narrar los emblemas naturales que rodean la ciudad).
Uno de los dramaturgos más importantes en el inicio del siglo pasado fue un tandilense: Rodolfo González Pacheco. Nació en nuestra ciudad en 1881 y propuso el llamado “teatro de ideas” mucho antes que los conocidos “teatro del oprimido” o “teatro del pueblo”. Incluso antes que los Discépolo, Roxlo, entre otros, pero vaya a saber uno porqué es muy poco conocido. Pacheco fue un militante anarquista que dirigió nada más y nada menos que los famosos periódicos de dicha orientación política “La protesta” y “La batalla”. Escribió obras como “La inundación” (1917), “A contramano” (1924) y “Compañeros” (1936), entre otras.
Otro que escribió en el periódico anarquista que dirigió Pacheco fue Álvaro Yunque que murió en nuestra ciudad en 1982 silenciado por la dictadura (en una especie de exilio interno). Yunque había nacido en La Plata en 1889 y decidió transitar los últimos días de su vida casi a escondidas en Tandil. Fue poeta y narrador y colaboró en distintos diarios nacionales. En 1979 fue galardonado con el Gran Premio de Honor por la Sociedad Argentina de Escritores.
El teatro tandilense es uno de los más respetados del país, y la tradición nos lleva a pensar en un autor importantísimo como Mauricio Kartún, muy reconocido por los estudiantes de drama y el público local.
El compromiso político de Pachecho y Yunque es un indicador de una tradición que, como veremos más adelante, también se impone a otros escritores y escritoras.
En 1912 no sólo se cayó la Piedra Movediza. El 4 de abril no sólo se agasaja el aniversario de la fundación de la ciudad. Es que el 4 de abril de 1912 nació José Américo Ghezzi, más conocido como “Beppo”. Beppo Ghezzi fue un famoso linyera, anarquista y poeta de un gran poder de reflexión sobre la política y la palabra. Quienes lo conocieron aseguran la capacidad de relacionarse con la naturaleza que puede observarse en varios de sus poemas.






  (Foto: Witold Gombrowicz, Villa Anahi, Tandil, Argentina, 1959, archivo de Rita Gombrowicz/FOTONOVA)



No se puede hablar de “el periodismo de los últimos años” si no citamos a Jorge Dipaola Levin. “Dipi”, como lo apodó Witold Gombrowicz (el escritor polaco que hacía sus visitas a Tandil por un problema de salud en los años sesenta), es uno de los personajes más recordados y respetados de la cultura local y la literatura nacional. Una anécdota muy curiosa tiene como protagonistas a Dipi y al boxeador Carlos Monzón. El periodista fue a entrevistarlo, por alguna razón discutieron y la nota se tituló “La primera vez que Monzón se rindió ante un supermosca”.
Murió pobre y en soledad. A penas Página 12 le dedicó una discreta nota, a él que escribió tantas para ese diario.
Pero fue Dipaola el que le dijo a Osvalo Soriano que “Triste, solitario y final” ya estaba para publicar, la vez que el “Gordo” le pidió que le observara el manuscrito. Soriano nació en Mar del Plata y vivió en Tandil en los años sesenta. Trabajó como sereno en Metalúrgica Tandil donde pergenió varios de sus relatos y crónicas para los diarios. En 1969 publicó un artíc ulo criticando la procesión de Semana Santa y decidió mudarse porque no habían caído muy bien sus palabras en los ilustres de la época (ver “Piratas, fantasmas y dinosaurios”). Genio.
Ricardo Garijo fue un destacado narrador e historietista. Su novela “El fuego” -que relata algunas escenas de la ciudad durante la última dictadura- ganó el concurso Autores Tandilenses en 2004, merecido premio con un texto que debiera ser leído en la escuela secundaria.
Un cantautor que pasó su infancia en Tandil fue el gran Facundo Cabral. Músico y poeta, místico y viajero imparable, cosechó una vida llena de éxitos por el mundo. Sus anécdotas y sabiduría recorrieron los mundo que pueblan este planeta. Vivió en la escuela de la avenida España, a metros del Calvario. En cada entrevista recuerda la ciudad que lo vio crecer y en donde aprendió a leer y escribir.
Hace diez años me tocó entrevistar a Patricia Ratto cuando aún no había publicado “Pequeños hombres blancos”, novela que Dipi le estaba corrigiendo por aquel entonces. La escritora tandilense es una de las más importantes autoras de los últimos años, no sólo de nuestra ciudad sino a nivel nacional. Su última novela “Trasfondo” ha recorrido varios países y es considerada uno de los relatos más formidables de la “ficción histórica”, donde la autora reconstruye un episodio de la guerra de Malvinas desde el fondo del mar.
La idea de tradición emerge como legado, una especie de herencia que se materializa en la capacidad creativa de jóvenes comprometidos con la literatura. Y no me refiero a una temática u otro orden de cosas centrada en las leyendas alrededor de lo pétreo, por ejemplo. Digo, la figura de autor tandilense parece instalarse en el universo de las letras mediante el trabajo serio y colectivo (como en el caso de algunas antologías), en donde las publicaciones independientes comienzan a lograr esa autonomía que las grandes editoriales le habían hecho perder a los escritores. Ya no es necesario irse a Buenos Aires a publicar: al círculo de lectores lo elige el escritor.
En la actualidad, una camada de jóvenes poetas y prosistas han dejado de ser promesa para consagrarse en perspectiva de ser leídos y valorados desde la ficción como el caso de Lucas Vesciunas (autor de “La muerte del señor Miyagi”), Ana álvarez (“Últimas cuestiones”), Martín Di Lisio (“Hacerse agua”- cuentos) o el polifacético Nicolás Arizcuren (autor de “Búho”), entre otros escritores y escritoras de la zona. Y en poesía se puede mencionar, por ejemplo, a Julio Villaverde, Ana Caliyuri y a Sebastián Zampatti.
El trabajo riguroso, la búsqueda de la estética más lograda parecen ser el motor de producción de estos autores -entre otros que se arriman- y hacen de la literatura tandilense un motivo para sentarse a leer e identificarse con el aire serrano que emanan las páginas de la nueva narrativa local.

domingo, 5 de octubre de 2014

La desdicha de la vida



Alquilé un lugar para tener donde caerme muerto y me atrasé en el pago.

Planté un árbol y salió cicuta.

Escribí un libro y me lo censuraron por plagio.

Tuve un hijo y se parece mucho a un vecino.

La dicha de la vida me ha esquivado por completo. Lo que ayer era futuro
hoy es una quimera, y el sueño de lord elegante que tenía me lo 
quitó el despertador.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Reconstruir la historia: Museo de la revolución de Martín Kohan




La novela de Kohan bien puede leerse como un ensayo. La teoría marxista de la revolución aparece como el discurso de uno de los personajes, un joven militante (posiblemente del ERP- PRT) que escribe una especie de diario en el cual relata parte de un viaje a Córdoba y su estadía allí por cuestiones políticas de la organización a la que pertenece.
Tesare, que así se apellida, toma notas que rescata de los libros de Lenin y Trosky, principalmente, sobre los hechos de octubre de 1917: la Revolución Rusa. Los pasos que siguieron y debieron seguir los bolches para lograr desarticular el zarismo hasta que los soviets triunfan y que sirvieron de apuntes para las organizaciones guerrilleras de los setenta en nuestro país.
Kohan hace una lectura profunda de los textos marxistas que inspiraron el triunfo del proletariado y los aborda desde un joven que también quiere hacer la revolución pero en Argentina y con otras estrategias que no quedan muy claras. Las citas recurrentes sostienen gran parte del relato y es ahí donde la ficción se ve "condicionada" por el parafraseo constante que deja casi nula la presencia de los personajes. La cuestión del tiempo en todas sus facetas es uno de los ejes más importantes de las citas que aparecen en el relato y que suplantan la narración.


La violencia siempre está presente en la narrativa de Kohan. De alguna u otra manera, los personajes están atrevesados por situaciones donde el clima hostil los convierte en otra cosa: huyen, persiguen, matan. Algo de ésta idea queda impresa en Los Cautivos. El protagonista, Esteban Echeverría -autor de “El matadero”- desanda el camino de “civilización y barbarie”, una categoría muy utilizada por Kohan y que comprende a partir de la lectura que se hace de la historia argentina: “El país de la guerra”, como se titula su último ensayo y donde más cómodo puede hallarse al autor.
En “Ciencias morales” y “Dos veces junio”, también se presentan esquemas narrativos ya característicos del autor. Al mismo tiempo, se podría hacer un hilo conductor en toda la narrativa novelística de Kohan que puede arrancar con el discurso unitario de “Los Cautivos” (donde Echeverría es más que un narrador), pasar por “Dos veces junio” (el soldado que cuenta la historia interviene de una manera particular), luego “Ciencias morales” (dominación y sumisión) hasta llegar a “Museo de la revolución”.
La trama se desarrolla sin demasiadas turbaciones. Si bien está correctamente narrada (y descripta, hay algo de Benjamin en cuanto a la observación de la ciudad de México y que se puede corroborar en el flênur de “Zona Urbana”) no sufre altisonantes que despiertan algún tipo de cambio brusco u alteridad. El hilo del relato es fácil de seguir, con un gran sentido de la polifonía y el discurso directo.
En algún punto, la novela es predecible. La relación del narrador (Marcelo) con Norma Rossi, una exiliada argentina que radica en México desde hace 20 años (el tiempo de la narración es el presente de 1995) y que conserva el diario de Tesare. Papeles que queman, porque lo escrito allí supone un “testamento” de algo que todavía no ha muerto.
¿Norma Rossi era militante? ¿Conoció a Tesare? ¿Cómo consiguió el diario? Parecen ser los interrogantes que desatarán el nudo final.

miércoles, 13 de agosto de 2014

RELACIÓN TEXTUAL

Al gerundio de tus piernas es que quiero llegar,
al subgénero, al núcleo,
al punto y coma
y que el semántico de mi ser
se desprenda hasta la profundidad sintáctica
de tu objeto directo.

Hacer de la anáfora el recurso de tu boca,
un verboide para tus adverbios desnudos.

Besarte las sinalefas,
que sientas mi soneto
sin contar los versos que te dedico sin más.

Primera y segunda persona,
tiempo presente, modo indicativo del verbo textuar:
morfología, dativo, etcétera.

Cotexto, siempre con vos.
Aventar las solapas
que dividen el predicado y el sujeto
que escondes en el placard
y en el complemento agente.

Dar vuelta la página como imperativo cuerpo
y evocar el canto de las sirenas
(onomatopeyas de dolor)
predicativo subjetivo obligatorio.

¿Para qué? Paratexto.
Preposiciones indecentes (y candentes),
metátesis (éxtasis) y metonimia todo el día,
diptongo intertextual toda la noche.

viernes, 25 de julio de 2014

Lamborghini Pornostar

La otra noche, recostado, leí "El Fiord" de Osvaldo Lamborghini. Ahora comprendo porqué lo llamaban el "escritor maldito".
Ese texto, más algunos poemas (a la que yo llamo "prosa abusada") y "El niño proletario" responden a una metaficción que, entre el erotismo y el lenguaje punzante, construyen otra narrativa (distinta a la de Walsh, Marechal, Urondo) del peronismo de fines de los sesenta y principios de los setenta.
Si no hubiese sido escritor, Lamborghini hubiera sido actor o "estriptis". Un "hipersexual", sadomasoquismo inquietante, un maníaco de la orgía que hace de la violencia un medio de existencia y algo natural y de la literatura una revista pornográfica. 








El pudor, en sus textos, se esconde detrás de las solapas junto con el sudor y las secreciones de los cuerpos desgarrados.
Al respecto de "El fiord", Aira dice que "funda un mito" y que "Se trataba, y sigue tratándose, de algo inusitadamente nuevo. Anticipaba toda la literatura política de la década del setenta, pero la superaba, la volvía inútil. Incorporaba toda la tradición literaria argentina, pero le daba un matiz nuevo, muy distinto".
Es difícil conseguir los libros de Lamborghini. "Tadeys" es una obra de esos que, además, está incompleto, una novela inconclusa porque lo sorprendió la muerte de muy joven en Barcelona.
Leer a Osvaldo Lamborghini es compenetrarse en una ruptura constante, es penetrarse en sentidos que abarcan la parodia y la excitación lectora. No leerlo es desconocer la innovación que se produjo en la literatura de nuestro país en los momentos de mayor turbulencia del siglo pasado.

lunes, 21 de julio de 2014

¿Qué es eso de "las ideas no se matan"?

Camino a Chile, a donde va a pasar sus primeros años de exilio, Sarmiento escribe en una pared "On ne tue point les ideés". Lo confiesa en el comienzo de Facundo. Pero ¿será cierto?
La confesión, que resguarda una conducta apremiante, tiene un sesgo de "infantilidad". Parece haber cierta inocencia en la forma en que se manifiesta contra el gobierno federal, no solo porque Sarmiento escribe como un prófugo sino que lo hace como un chico que se manifiesta a través de un grafitti en cualquier esquina.
Se discute la veracidad del hecho y aún hoy, en San Juan, varios circuitos turísticos se atribuyen el lugar de la frase.
Por otro lado, Sarmiento se jacta de que nadie supo, en un primer momento, traducir la cita  lo que lo consagra en su vanidad y la capacidad intelectual que lo caracteriza para distanciarse de la "barbarie".
La frase significa "A los hombres se degüella; a las idea no" y se la atribuye a Fortoul. Sin embargo, se duda de su autoría. Sarmiento bién se pudo haber equivocado. Los estudiosos del tema aseguran que abundan los adjudicatarios de una cita que se enmarca, dentro de la literatura argentina, como emblemática. No cesan en ponerle nombres al creador, pues se habla de Diderot, Volney y hasta Voltaire.



Pero, si como asegura Sarmiento, "Las ideas no se matan", ¿Por qué celebra -en una carta a Mitre- el asesinato Vicente "Chacho" Peñaloza, cuyas ideas combativas se destacaron entre los montoneros federales?
 No es lo mismo decir lo que escribe Sarmiento en su libro a cómo se popularizó la frase "Bárbaros, las ideas no se matan". ¿Cuáles son las diferencias? Que en el texto, Sarmiento demuestra su virulencia, muestra un gesto hostil y lleva hasta las últimas consecuencias su deportación.
De alguna manera, promete "venganza". Se va con la pluma, retornará con la espada: es una promesa que deja latente.
El primer término "A los hombres se degüella"confirma el principio brutal al que hay que someterse, y es cuestión de supervivencia (el destierro es una cuestión de "sobrevivir" a Rosas para Sarmiento). En segundo enunciado "las ideas no", ¿no se degüellan?. "Las ideas", entonces, tal cual comprende Sarmiento, tienen cuello y por tanto cabeza. Funcionan por sí solas. Es el hombre el que debe ser degollado, piensa, las ideas perduran. Prefiere campos regados de sangre a la censura.
Pero, sin el hombre (la humanidad) la construcción del pensamiento es imposible. El tema es que, para Sarmiento el "bárbaro" ni es hombre ni piensa, justificación singular que cierra por todos los caminos del unitarismo.
Y he aquí el sentido de la otra frase. El destinatario es el "bárbaro", el "bárbaro" es federal, y Sarmiento les habla directamente a ellos para que les quede claro que su proyección política no será vencida; parece seguro de ello, de su legado "mis ideas no se matan", " a mí sí" hubiera querido decir temiendo la muerte.
¿A quién quisiera matar Sarmiento? ¿No buscó él matar ideas?  Porque para Sarmiento Alberdi, por ejemplo, no era "bárbaro" al que hay que "matar". Discute con él un horizonte de nación las prédicas de las instituciones, nada más y nada menos. Hay que leer "Las quillotanas" para entender los principios constitucionales.
En definitiva, la frase ya no es una sola, como vemos, sino dos. O tal vez, muchas más y con significados variables. Como también parecen ser diferentes sus autores e, incluso, el lugar en el que Sarmiento eternizó su dolor para siempre.

lunes, 7 de julio de 2014

Un origen vulnerado



El verdadero legado cultural que posee nuestro continente está hoy olvidado en las inmensas quebradas, en los páramos andinos, en las escarchas de bosques secos, en las montañas y llanuras meridionales. Están ahí, como palideciendo, padeciendo.
Desde que el hombre es hombre ha aprendido, obligadamente, a convivir con la naturaleza que es su hábitat. Así, casi esporádicamente, se convierte en gregario y comparte, con seres de su misma talla, la veneración de la madre tierra.
Tal vez, no sea necesario aclarar la vanagloria con que actúan los que invaden y atropellan no sólo la razón sino también en contra del espíritu, sin embargo, nos atañe como latinoamericanos que somos, el poder de sublevarnos contar el enemigo, que ha hecho de la naturaleza, la materia prima para enajenar.
Los pueblos, cruelmente invadidos y avasallados tercamente por déspotas en tropelías desalmadas, murmuran una saya o un loncomeo, practican el arte de amar a la Pacha, acarician rituales de greda y besan mitos de una historia mal contada. La lucha de los pueblos originarios nos muestra la identidad americana – que es nuestra -, el valor de la libertad, el color puro y claro de la inocencia, el grito de quien reclama lo que le pertenece.
Con la ambición extranjera de europeizar la Pachamama y con ello el Inti Raymi, Tantanakuy, la quinoa y la chicha, las pandorgas y el cultrun, los hombres de la tierra trabajan, pavorosos y endebles, temiendo a que algún mal día se queden hasta sin sombra.
Nadie se ha atrevido a contarnos que los míticos Pedro de Mendoza y Juan de Garay se impusieron con una vejación absoluta con el afán de conquistar tierras que no poseían valor alguno, pues para la corona española, el Río de la Plata sólo podía ser útil para la salida de barcos que transportaran oro y esclavos.
No existe una expedición en América que no haya terminado con la muerte de los habitantes originarios. ”Solamente en Potosí fueron exterminados seis millones de Indios”, nos cuenta Víctor Heredia. Lo que en la jerga histórica se denomina Genocidio, como el de Pizarro, o Roca y compañía, o el de los dictadores, latifundistas y monopolios neoliberales de ahora, han exterminado estas tierras y hace que – a la vez – resistamos y nos repleguemos en enseñar los valores de las culturas que heredamos, enseñar que la diversidad nos fortalece y que en verdad el respeto al prójimo puede hacer que el mundo sea lo que deseamos.
En otras proporciones, Tandil fue sometido a la imposición militar por sobre habitantes que trabajaban la tierra y la piedra. Tildan al Brigadier General Martín Rodríguez de negociar pacíficamente con aborígenes de esta zona serrana (mezcla de pampas y mapuches) para cimentar el Fuerte de la Independencia, redundancia pura, ¿acaso no somos hoy más dependientes que nunca?. Los doce mil habitantes originarios de la zona de la ventana fueron jaqueados por el poder militar de turno, hacia 1823.
El resultado de semejantes ultrajes son los cambios climáticos, el secado de ríos, las inundaciones, la infertilidad de la tierra luego de fertilizantes y herbicidas - químicos inorgánicos -, el desgrano de cauces (como Pilcomayo) y otras deshonras que el hombre procede para taparse un bolsillo y almacenar usufructos. Las comunidades originarias de América Latina sufren una terrible pobreza; ellos, que alguna vez supieron proteger a la tierra hoy languidecen al compás de una vidala. Ya sabrá el tiempo componer algún huayno quejumbroso que arengue a los dioses para fecundar la pacha o reconocer en un rostro amigo una sonrisa llena de libertad.

lunes, 30 de junio de 2014

Kafka: el poder del relato en las cosmovisiones

A la hora de seleccionar obras para trabajar en la materia de literatura en secundario, uno piensa en varios textos en relación a las cosmovisiones planteadas según el año. Es inevitable, entonces, no pensar en Kafka. Pero ¿en todas las cosmovisiones? Sí, en todas todas.
La obra del autor checo (que escribió en alemán) es capaz de superar las fronteras que el Diseño Curricular sugiere y puede autoimponerse desde varios ejes.
Si hablamos de su obra más reconocida, “La metamorfosis” (una mala traducción, según Borges, ya que correctamente se trata de “La transformación”) es posible ubicarla dentro de varios paradigmas: fantástico, trágico, absurdo, ruptura y experimentación, mítica, fabulosa, por lo menos. Es decir, la obra de Kafka transfiere un poderoso orden de situaciones variables capaces de ofrecer un amplio espectro de cómo puede ser leída y analizada.
La narrativa kafkiana trasciende por la perplejidad que genera en los lectores. Sus textos cobran fuerza gracias a lo inaudito, lo inexplicable, lo miserable, lo sublime, lo “inverosímil posible” como me gusta denominar ese aspecto de la ficción. Kakfa ha logrado la construcción ficticia para entender la humanidad, la psiquis y las sociedades de su tiempo y el nuestro.
El escritor nacido en Praga en 1883, es un científico de la narración. Experimenta con sus personajes la condición del hombre: su soledad, su pobreza (material y emotiva). Bucea en las profundidades de la conciencia colectiva y lleva hasta el extremo la conducta del sujeto-objeto de estudio y creación.
Gregorio Samsa sufre el repentino sortilegio que el destino le concibe. Es un “otro” que involuciona (en el sentido darwiniano) y se somete a lo que la sociedad de su tiempo no se atreve a explorar. Si Poe crea las condiciones para el cuento moderno, “La metamorfosis” viene a trasgredir las leyes de todos los subgéneros conocidos para la época. Samsa recrea los miedos de la literatura clásica griega, los fantasmas shakespereanos y el “extrañamiento” que espera la prosa del siglo XX que desentrañan los formalistas.



Dice Mario Lacelotti: ” Pero frente a una evolución que no reconocía fronteras el cuento sabría hallar una fórmula de compromiso en el terreno neutral de la alegoría. Es el punto donde lo ha dejado su último reformador: Franz Kafka. De qué nuevos recursos formales se valdrá la narrativa del futuro es algo difícil de predecir, pero es posible de conjeturar el mantenimiento, por algún tiempo, de aquella modalidad críptica…” (en “De Poe a Kafka, para una teoría del cuento” Eudeba, Bs. As, 1965, pág. 47).
El abrupto y lo terrible se observan también en “El proceso” y los cuentos breves “Ante la ley” y “Un artista del hambre”. Allí confluyen el absurdo, la culpa y la desesperación del ser. Kafka es el primer narrador existencialista, tal como se entiende esa corriente filosófica de principio del siglo XX, de Heidegger a Camus, en esa línea.
Y pensar que le pidió a su amigo y editor Max Brod que quemara el manuscrito de “La metamorfosis” porque “traería problemas”. Cuando Franz murió, el editor publicó -afortunadamente- el texto que convirtió al genial autor checo en uno de  los más innovadores escritores de la narrativa occidental.

Víctor Torres


jueves, 26 de junio de 2014

Algunas muertes no son en vano



                                              
                                                                                                                                            "Hoy  necesito un canto piquetero que
                                                                                                                                                             me devuelva la voz silenciada, 
                                                                                                                                                    que me abra por la noche algún
                                                                                                                             sendero pa' que vuelva mi vida enamorada.”
                                                                                                                                                                            Jorge Fandermole



En el combate de San Lorenzo, año 1813, la vida del general San Martín
 corrió peligro al trastabillar su caballo overo (el blanco elegante sólo lo usaba en los desfiles). Por un segundo, la batalla parecía acabarse.
Un soldado enemigo reconoció al “Libertador” y arremetió contra él que
 había quedado inmóvil debajo del animal. Mientras extraía su espada
 para culminar 
con el asunto y vanagloriarse, apareció repentinamente un hombre que se abalanzó contra el victimario y liberó a su mayor. El enemigo empujó sin
 clemencia el sable sobre el torso del “soldado heroico”.
  • ¡Honor, Honor al gran Cabral!



Casi dos siglos después, la historia vuelve a repetirse. Esta vez, la 
estación Avellaneda como escenario en una batalla creada por mala 
gente y alimentada por la prensa.
Habiendo sorteado el centro de la represión, un joven de barba – no
 solo desarmado, sino desocupado- decidió regresar al lugar de “combate” 
porque un compañero – al que, por cierto, no conocía- yacía herido. Llegó hasta él, intentó reavivarlo hasta que un grupo de policías se hizo presente y ordenó al muchacho a retirarse. Ante la advertencia, el joven resistió por el deseo de 
ayudar al otro joven, asistirlo, pero dio cuenta que su vida también corría 
peligro.
Cuando al fin logró hacer camino para salvarse, recibió cobardemente un tiro 
por la espalda.

La historia se inventa próceres y mártires. Algunos lo son, claro. El tiempo se encarga de, cada tanto, traerlos a la memoria. Lo cierto es que algunos
 héroes tienen himnos y otros aguardan a tener justicia.
Las víctimas entendieron el valor de la vida. Uno salvó la vida de su mayor, el 
otro no pudo llevarse ese premio aunque sí la certeza de que el tiempo 
transcurre y es necesario de continuar la lucha para salvar otras vidas.


miércoles, 4 de junio de 2014

Telenovela argentina y falta de creación

Una mujer pobre. Un hombre rico. Ella se topa en la vida de él de manera casual; lo ve como una utopía. El tiene su familia, comienza a sentir cierta atracción inesperada por la mujer pobre (que es dulce y muy generosa con los niños), se divorcia y se casa con ella. Son felices y comen perdices.

Cuatro renglones parecen bastar para crear una telenovela o, al menos, realizar una sinopsis de la misma.
Sin grandes rupturas, la ficción en la televisión argentina ha generado un espacio fundamental en la pantalla chica. Al parecer, la inmensa cantidad de Realitys Show, no ha logrado frenar el goce de una historia de amor que se apodera del quehacer diario de mujeres, niños y hombres (en ese orden) al menos en una hora al día.
"Es que uno llega cansado a su casa, luego del trabajo, prende la tele para entretenerse y se pone a mirar una novela..." me cuenta un amigo que sigue cada acontecer televisivo como si fuera su propia vida.
Pero ¿cuál es el objetivo de una telenovela? ¿Qué se propone? ¿Busca reflejar la realidad de una sociedad o de alguna clase social en particular?
¿Los guionistas leen? Y si leen ¿Qué y a quiénes?
Lejos han quedado las obras como las de Alberto Migré, creador del mayor éxito durante los `70, "Rolando Rivas, taxista". Una historia relacionada con la coyuntura de la época y supo expresar como pocas los pesares y sensaciones de lo que representaban.


Desde los años 80 para acá, la industria de la telenovela ha crecido enormemente. Al ritmo de la pantalla chica. Los niveles de calidad varían, aunque últimamente, predominan las ficciones cuya trama parece tener cuatro puntos claves con los cuales desarrollar una historia: a) hombre (o mujer) rico, b) hombre o mujer (pobre),c) un encuentro casual (y fatal), d) amor eterno luego de los obstáculos (engaños, muertes).
En el medio podemos agregar: hijo/a no reconocido, padre/madre desconocida, amor no correspondido, mentira, rencor.
Abundan historias con tramas que rodean esta serie de puntos lo cual significa la poca creatividad y originalidad a la hora de producir un programa televisivo y escribir el guión. Creo que les hace falta más lectura de narrativa, no solo nacional sino también de autores europeos y, por qué no, orientales.
Se repiten en las telenovelas la vida burguesa. El empresario que tiene poder económico (y político). No tiene una casa sino una mansión con varios ambientes (el dinero nunca es su preocupación sino el poder). Se enamora de su empleada, proletaria, de "clase popular" que se observa en su lenguaje y manera de vestirse. El entono del empresario le advierte que ella no es de su clase; mientras que para la muchacha parece algo inalcanzable.
Este formato, insisto, lo venimos observando desde hace varias décadas en la televisión. De "Muñeca brava" para acá, la originalidad es algo que escasea en la televisión de nuestro país.
En la actualidad, Telefé es uno de los canales que más productos de ficción contiene en su pantalla. Desde las telenovelas brasileñas hasta, por ejemplo, "Somos familia" y "Camino al amor" (ambas de Quique Estevanez, un productor que parece ser el único que le da trabajo a su familia y que viene repitiendo actores e historias desde hace más de diez años).
No hay que olvidar a "Casados con hijos" que si bien es un formato distinto (mucho humor chabacano y sumamente misógino) pertenece a un guión comprado en el extranjero y que el canal de las pelotitas viene repitiendo desde hace casi una década.
A dichas telenovelas, de horario nocturno, le precedieron "Vecinos en guerra", un fiasco de Sebastián Ortega que, luego del éxito obtenido por la entretenida "Graduados" creyó que otro producto suyo debía estar de inmediato en la agenda televisiva. También de Estevanez perteneció "Dulce amor" y, si miramos para atrás, podemos nombrar "Se dice amor", "La ley del amor" y "Herencia de amor" por nombrar solo algunas. ¿Hay alguna duda de que se trata de novelas de amor? ¿Para cuándo una de odio, Quique?
Parece ser que la receta de Estevanez no sólo se venció sino que ya no se leen bien las letras.
Pero entre tanta miseria podemos rescatar varias novelas que fueron exitosas: "Montecristo", "Vidas Robadas" y "El elegido", todas de Telefé. La gran virtud de estas producciones se debe a la "denuncia" que desde la ficción se elabora en base a historias relacionadas con la desaparición de personas (identidad y memoria), la trata y la corrupción dentro de la justicia. Fue todo un desafío, explica uno de los productores, realizar un formato semejante y con una problemática real.
Respecto de, por ejemplo, Canal 9, vale decir que predominan las telenovelas extranjeras: México, Colombia y Venezuela cubren toda la franja de la siesta con una calidad de mediocre para abajo.
Canal 13 porta sus típicas novelas nocturnas cuya producción pertenecen, por lo general, a Adrián Suar y Pablo Codevilla. Nicolás Cabré, Soledad Silveyra, Facundo Arana, Osvaldo Laport, Natalia Oreiro, Griselda Siciliani, son algunos de los actores y actrices que suelen acompañar estas telenovelas que rozan lo romántico y lo dramático al mismo tiempo. "Gasoleros", "Campeones", "R. R. D. T.", "Son amores", Los únicos", "El puntero" y "Farsantes" son algunas producciones donde se pueden hallar ciertas coincidencias en elementos relacionados al deporte, la comedia, lo vulgar y que no aportan ningún valor social. Las últimas dos nombradas en este párrafo se atrevieron a contar algo más en torno a la cuestión social y cultural: el clientelismo político y la homosexualidad.
Últimamente se pudieron ver algunas interesantes producciones de unitarios en la TV Pública: "En terapia" con el gran actor Diego Peretti; una ficción histórica llamada "Las huellas del secretario" con un fuerte contenido ideológico y "Germán, últimas viñetas" que recorre una parte de la vida literaria del historietista Héctor Germán Oesterheld -autor de "El eternauta"- desaparecido en 1977. Sin embargo, un par de telenovelas protagonizadas por Andrea Del Boca no han generado expectativas y, como se sabe, se la pasa llorando en cada escena.
Como vemos, la estructura de los guiones se repite sin romper ningún sistema, sin generar enigmas, sin crear motivos capaces de obligarnos a mentenernos atentos a la pantalla esperando el milagro creativo. La publicidad en medio de la escenas sigue siendo una deuda para extraer ya que si bien la Ley de Medios no la permite, se debería regular  la "venta" de productos. Cada vez que un actor lanza un "chivo" resulta muy chocante para el espectador.
La ficción televisiva sigue siendo muy importante pese a la calidad que prima en los programas de los horarios pico. Crear historias originales para la TV significa brindarle la oportunidad a los televidentes de no decir siempre "la televisión no sirve para nada".


jueves, 15 de mayo de 2014

Los libros y el todo



Saborear, degustar libros.
Acariciar sensualmente el lomo,
morderlo como Atahualpa.
Comer, masticar, deglutar,
vomitar y volver a digerir libros.
Un "tragalibros" es un lector empedernido,
insistente.

Liberar libros que es lo mismo
que sacarlos a la vereda de la librería,
robar libros para compartir.
En vez de tirarnos por la ventana
arrojar libros por la ventana
y por la puerta si es posible
(y por las rejas).
Libros pedidos, libros perdidos,
libros prohibidos, libros profanados,
libros pillados.
Tragar libros como tragamos delirios,
someternos a ellos.
Acostumbrarnos a sentir la fragancia de sus páginas,
de sus palabras obsenas
y trágicos y delicados párrafos.

A veces pienso que el libro
es lo más parecido al otoño,
salvo cuando pestanean tus ojos.
Abrir el libro y conocernos.
Cerrar el libro y reencontrarnos.

viernes, 18 de abril de 2014

Otro mito en Macondo

MURIÓ GABO y NACIÓ EL MITO,
el de Macondo y su memoria
Melquíades con sus trucos e ilusiones.

Siempre serán Buendías
y el que naufraga sobrevivirá.
La crónica de los diarios volverán a no decir la verdad,
salvo sus letras;
la rabia de los perros sucumbirán.
El paraíso terrenal son las palabras
del Realismo Mágico y Aracataca,
la revolución, latinoamérica.
Contra el paredón
los traidores de la patria
que serán fusilados.

Mi soledad ya no es la misma
luego de ese siglo, compañero,
en que el universo fue poblado
con Arcadio, Aureliano, José Arcadio, Aureliano,
y así sucesivamente.

Saldrán ahora libros sobre usted,
¡insensatos!
Usted es la literatura de América.

miércoles, 16 de abril de 2014

Crónica de un encuentro futboliterario



En el marco del FILBA, un encuentro literario nacional que se hace desde hace tres años, la ciudad vecina de Azul acogió a distintos escritores argentinos reconocidos que expusieron diversas temáticas relacionadas con la literatura y la cultura general.
Pedro Mairal, la tandilense Patricia Ratto, Gabriela Cabezón Cámara, la cantante Liliana Herrero, el escritor-actor Luis Sagasti, Jorge Consiglio, entre otras figuras, se presentaron en diversas charlas a lo largo de cuatro jornadas el fin de semana pasado.
Una de las actividades más importantes fue la relación directa entre escritor y lector. En ese contexto único, tuve la oportunidad de compartir con el escritor y periodista Juan Sasturain un encuentro íntimo en donde el autor del libro “Picado grueso” (de cuentos de fútbol que sugiero) me leyó -mate por medio- un cuento de Conrado Nalé Roxlo llamado “El cuervo del arca”.


La humildad de Sasturain es inmensa, un bonachón hasta con aspecto papanoelado digno de un personaje de narrativa maravillosa.
Nació en González Chávez y, como tal pueblerino, sus modales y generosidad se mostraron afables no sólo con quien escribe sino con todos los allí presentes. Le conté de mis proyectos, de mi próximo libro “El fútbol por abajo”, lo que dejó la lectura del cuento, y demás cuestiones.
Entre sus libros de fútbol podemos mencionar “El día del arquero” (1986) y “Argentina en los mundiales” (junto con el periodista Daniel Arcucci en 2002). Es hincha de Boca y su pasión por la redonda suele ser motivo de artículos para los diarios nacionales de contratapa.
Recomiendo acercarse a las lecturas de relatos de fútbol, no sólo de Sasturain sino de muchos otros autores como Galeano, Sacheri, Walter Vargas, Panzeri, Fontanarrosa, Villoro y Soriano.
El mundo de las letras y el fútbol, en Sasturain, no tienen fronteras ni desperdicio.

miércoles, 2 de abril de 2014

Walter Benjamin: tiempos y destiempos de la historia


Por Fabrice Mogart


Michael Löwy dijo una vez que uno de los textos más breves de Benjamin, era uno de los más difíciles de entender. Hablaba de “Sobre el conceptos de historia”.
Allí, el filósofo alemán no se propone definir la historia sino apuntar distintos elementos que hacen al concepto como un punto de partida o un camino para recorrer y acercarse al ese término. A lo largo de dieciocho apartados breves y un anexo de dos partes (A y B) Benjamin recorre sintéticamente dos partes de sus preocupaciones filosóficas: materialismo y mesianismo en la historia.
Puede que ese breve texto brinde cierta claridad a la hora de comprender la relación de Benjamin y el marxismo. ¿Por qué? Porque plantea cómo debe interpretarse la historia bajo el método “materialismo histórico”. En eso es claro, y no coincido con Lowy.
Benjamin le pide al “materialista histórico” que viva en el pasado para comprender mejor la historia y el presente, porque sino se queda con el “historicismo”, es decir, una imagen “eterna” del pasado. Es interesante esta propuesta, aunque el mismo Benjamin debió suponer que se trata de algo difícil de lograr siendo que en la mente y en la época donde se para un historiador (o cualquier sujeto) para contemplar la historia siempre es un aquí y ahora. Por eso es tan potente la frase de Marx que dice que a la historia, más que describirla hay que transformarla.
En el apartado número XVII, Benjamin inscribe: “El historicismo culmina, por derecho, en la historia universal. La historiografía materialista se separa de ella en cuanto al método, quizás con mayor nitidez que de cualquier otra historia. La historia universal no tiene ninguna armazón teórica. Su procedimiento es aditivo: proporciona la masa de hechos para llenar el tiempo homogéneo y vacío. La historiografía materialista está basada, por el contrario, en un principio contructivo”. Es que Benjamin deja en claro que el método marxista es lo más eficiente para construir la base de la revolución.


Respecto de las afirmaciones de Löwy, cabe destacar que el pensador franco-brasileño conoce mucho sobre la obra de Benjamin y se encarga de aclarar los aportes realizados por el berlinés. Trabajos sobre el “flâneur”, el lenguaje y la deconstrucción (leer a Jorge Panesi) y los pasajes poseen ciertas dificultades para elaborar un rápido entendimiento sobre su significado, y más por medio de ciertas traducciones. Por eso, considero que “Sobre el concepto de historia” puede servir para iniciar un camino de lectura benjaminiana.
La idea de “tiempo” es central en toda la obra de Benjamin. En la actualidad, se han logrado hacer nuevas lecturas acerca de este fenómeno, ya sea desde la crítica teórica, el neomarxismo, la filosofía y la idea de progreso y ciudad. Todas estas categorías abren de nuevo el camino para acercarnos a los procesos históricos y cómo observar el presente.
En los años setenta y ochenta, Beatriz Sarlo fue una de las responsables -junto con Murena- de traer la obra de Benjamin a parte de América Latina, no sólo de nuestro país. Sin embargo, critica su presencia en la actualidad “No hay ninguna ortodoxia benjaminiana que custodiar” y pregunta “¿por qué no olvidar a Benjamin sin más trámites?”. Hay algo del crítico que todavía parece estar latente.
Al igual que Aristóteles, Descartes, Kant y Hegel, Benjamin permanece siendo un autor fundamental para, desde la teoría crítica, interpretar y transformar la realidad.

domingo, 23 de marzo de 2014

El mito de la Casa Tomada

Uno de los cuentos más leídos de Cortázar es sin dudas "Casa Tomada". Hay tantas interpretaciones como páginas del relato, aunque una predomina: la metáfora del peronismo.
La idea del relato establece el paradigma de que la Casa de Gobierno ha sido "tomada" por los pobres, los mismos que metieron las patas en la fuente, los plebeyos, descamisados. Dos hermanos (Irene y el narrador en primera persona) viven en una casa muy amplia y suntuosa y de a poco empiezan a notar "ruidos extraños" que avanzan desde los distintos ambientes. Dichos habitantes poseen una tradición que parece representar a la aristocracia, a los cipayos y gorilas que se ven alarmados por la invasión de los marginados.
El mismo fue publicado por primera vez por alguien cuyo antiperonismo era resonante, sí: Jorge Luis Borges, el mismísimo. Aunque en 1951 el cuento va a integrar el libro "Bestiario" y va a alcanzar popularidad.
Hacia fines de los setenta, en una entrevista muy famosa, Cortázar confiesa que la idea del cuento le nace de un sueño (aunque lo llama "pesadilla") en el cual se siente "amenazado" por fuerzas extrañas que lo van arrastrando hacia un abismo. "Algo que no se podía identificar me desplazaba poco a poco" dice el autor de Rayuela, como dejando sentado el origen de aquella idea. Cortázar acepta la interpretación con la que el cuento ha trascendido, pero afirma que no es la suya.


Es conocida su visión del peronismo. Se lo ha acusado de "gorila", pero nunca lo fue (algo muy común del movimiento es desdeña a quien no comparte el pensamiento). El peronismo lo encuentra ya en París y desde allí comienza a entender que es un "exiliado". Su adhesión al socialismo (cubano) lo va a alejar -aún más- no solo del peronismo sino también de lo que ha sido acusado, "vendepatria". Suele pasar, también, que los escritores son admirados desde lo estético y denostados por lo político.
Pero ¿de quién es la casa? La casa como símbolo patrio y del poder, del espacio simbólico y físico del "Estado", ¿tiene un dueño?. Tal vez la mejor respuesta sea la democracia, a pesar de que Irene y su hermano se ven despojados por el "caos y el desorden" reinante y clasista.
Me atrevo a decir que esos "ruidos extraños" que representan a los marginados son los que Cortázar soñó como un ideal revolucionario y no como una simple alegoría, ya que pareciera funcionar como los que nunca llegaron a entrar a la casa (la puerta queda cerrada y la llave se pierde).

La literatura nos muestra esa multiplicidad de lecturas que resulta tan mágico como el relato mismo, la experiencia de los personajes, a la alegoría que trasciende épocas, receptores e ideologías.

martes, 11 de marzo de 2014

Sarlo perdida en el laberinto ideológico

Sarlo perdida en el laberinto ideológico

Escrito por Víctor Torres
falsaria1394496760NA25FO01
Beatriz Sarlo es el síntoma de lo que le ha pasado a muchos escritores de izquierda en Argentina. Quiero decir: en un principio, sus ideas, publicaciones, ideologías, concepciones del mundo abrazaban las transformaciones sociales y revolucionarias y, por tanto de la literatura. En la actualidad, se han perdido en el pensamiento liberal y derechoso tan patético como vacío de contenido.
Las teorías y críticas literarias devenidas del marxismo, el neomarxismo (Lukács, Goldmann, Escarpit), la Escuela de Frankfurt (Benjamin, Adorno) como el estructuralismo (Todorov, Barthes) fueron recogidos por Sarlo para instalarlos en el eje de la discusión sobre la cientificidad de la literatura. Junto con Carlos Altamirano, han sido portadores de un nivel intelectual muy imporante en los años sesenta y setenta.
Pero parece que duró poco. Sobre todo a Sarlo. La autora de variados ensayos sobre política y cultura, además de literatura, siempre genera polémica cuando su voz despierta cierto interés para expresar lo que piensa acerca de la política actual. Es conocida su presencia en el programa oficialista 678, en cuya presentación demostró cierta solvencia de sus argumentos aunque muy focalizado en los medios exteriores.
Sin embargo, es la Sarlo hablando sobre literatura la que más interesa o parece ser efectiva en sus análisis.
Hace poco hallé un texto muy interesante sobre política y literatura de los años sesenta. Una compilación de textos de Julius Lester y René Depestre cuyas traducciones fueron hechas por Piri Lugones, guerrillera y nieta del poeta. Los temas van desde el ataque del EEUU a Vietnam, el Che Guevara, el Surrealismo de Bretón, los negros, el asesinato de Martin Luter King, racismo, el liberalismo, el fascismo. La selección de esos textos para Centro Editor de América latina fueron hecho por Beatriz Sarlo, la misma que hoy defiende a los monopolios y tiene un discurso aristocrático.
Kovadloff, Andahazi, Caparrós también han pasado por esto, a lo que yo llamo “desvaríos de pensamiento”. ¿A qué se debe semejante cambio? ¿Qué debió vivir un intelectual como sarlo para tener un origen maoísta y terminar sacando el escudo para la derecha?
Cuando murió David Viñas, Beatriz se paseó por varios canales recordando al gran crítico de izquierda en la argentina. Viñas, más de una vez, le reprochó sus tendencias conservadoras (Lean “Menemato y otros suburbios”). Muchos escritores, críticos e intelectuales han vivdo ese desajuste, ese defasaje que va de lo popular a lo elitista, de izquierda a derecha, de marxismo a liberalismo.
De todos modos, hay que leer a Sarlo. Como así también a Vargas LLosa. Pero no le crean sus discursos políticos, disfruten de lo que ficcionalizan.

jueves, 27 de febrero de 2014

"La izquierda abstracta" vs La construcción desde abajo

Hace desde unos días ya que vengo escuchando el término "Izquierda Abstracta" que militantes kirchneristas utilizan para denominar a un sector político ideológico asociado con ideas marxistas.
Le es muy difícil a este gobierno nacional aceptar críticas, y menos por izquierda (la derecha es vergonzosa y cipaya) que suelen ser constructivas sin intención de pecar en la absoluta ignorancia.
Lo cierto es que el término no es nuevo. Los kirchneristas se jactan de que en el año 2009 Norberto Galasso, pensador oficialista de la llamada "izquierda nacional" (cuyo significado le cuaja al "peronismo progresista"), dijo que "la izquierda abstracta termina sirviendo a la derecha". A partir de aquí es que quiero aclarar a qué se refiere con esta corriente ideológica y a quiénes atañen hoy, si es que existe como tal la presentan.
Como aclaré anteriormente, esta nominación tienen varias décadas de discusión. Fernández Arregui, un pensador con gran formación marxista y de la "izquierda nacional", se encargó de examinar la idea con énfasis y definiciones importantes.
En primer lugar, vale aclarar que Arregui se refiere, con "izquierda abstracta", a las líneas de los llamados partidos tradicionales de la izquierda, léase Partido Comunista y Socialista, a los que tilda de "antinacionales". Comparto esta mirada ya que, en nuestro país, dichos partidos intentaron implementar el dogma del socialismo a la realidad argentina, desconocida por ellos y que quedó abrumada por la fundación del peronismo. Tanto el Partido Comunista y el Partido Socialista quedaron aislados y siempre representaron a la burguesía nacional que, a la hora de pelear por los intereses del pueblo, se replegaban en los manueales de Marx y Engels sin poder salir nunca a la disputa en el campo político y social.
Este es un error que se repitió en varios países del mundo. El gran error fue haber creído en esos partidos, creer que la revolución se hace con una receta ya impresa y nada más. Pese a los intentos de verdaderas trasformaciones a principios del siglo XX por parte de Juan B. Justo y Alicia Moreau hasta Alfredo Palacios, desde lo orgánico no hubo un real acompañamiento a los procesos de luchas sobre todo a partir del golpe del 30.
Se dice que el PC apoyó prácticamente todos los golpes militares. Y ésto va en sintonía con lo que el boliviano Monge hizo cuando que le negó el apoyo al Che Guevara en Bolivia o las diferencias entre el MIR y Allende que culminaron en la dictadura de Pinochet.
Los partidos de izquierda tradicionales siempre estuvieron más cerca de Stalin que de Lenin. La idea de la "izquierda europeizada", que también sostiene Arregui, funcionó durante muchos años en nuestro país a causa de una ceguera por no querer mirar qué pasaba en la calle. Esos partidos son también los que rechazaban la lucha armada, y los militantes que pensaban en la revolución se fueron de inmediato a poner el cuerpo con Masetti en el 64 o con el ERP a fines de los 60, principios de los 70.
Acá ya hay una gran diferencia. Tanto el ERP como Montoneros hablaban de una patria socialista (Arregui también lo hacía, y murió de cara a tal frustración), ninguno miraba a Europa (de hecho se formaron en Cuba y en Nicaragua), pero los Montoneros tuvieron la equivocadísima visión de que Perón apostaría por el "socialismo nacional" cuando estaba rodeado por la burocracia sindical de Rucci y la derecha más recalcitrante de López Rega, creador de la Triple A. Perón no podía desconocer estas circunstacias y tratarlos de "imberbes" fue la gran prueba de que al General no le interesaba ningún cambio profundo. De hecho, el verso "Combatiendo al capital" de la marcha jamás se tomó en serio.
Hay una frase muy interesante de Fernández Arregui que intenta clarificar cuál debiera ser el rol de la izquierda: " El marxismo no puede constituirse en dogma, sino que tiene que renovarse constantemente, adaptarse a las circunstancias históricas y ajustarse a la realidad en la cual se desarrolla. Nuestro país debe mirarse en el espejo latinoamericano, no en el europeo que siempre le entregará una imagen distorsionada. La construcción debe darse desde el pueblo...". Coincido. De hecho, la NO izquierda abstracta (bien lejos del PC de Echegaray y del PS de Binner, y por tanto lejos del kirchnerismo que se cree que es la izquierda ) lleva en su bandera la frase de Mariátegui para construir el socialismo del Siglo XXI: "Ni calco ni copia, sino creación heroica" que reafirma lo de Arregui y que, por tanto, se distancia de la izquierda tradicional. Los movimientos sociales con una fuerte impronta latinoamericanista y anticolonialista se encuentran bien a la izquierda del kirchnerismo y es un alivio, porque es posible creer en una construcción autónoma, horizontal y verdaderamente popular.
Por otra parte, Arregui asegura que " los comunistas en su interpretación histórica son mitristas ( Jauretche hablará de los mitro-marxistas)" y nada tiene que ver con la interpretación de la realidad que hace la izquierda actual, marxista, martiana, indigenista, del Fidel y Chávez. Aquella concepción de la "izquierda abstracta" puede ser vista hoy con claridad en el viejo Partido Intransigente, en Nuevo Encuentro (que de izquierda nunca tuvo nada), en la Federación Juvenil Comunista, y en las tradiciones de izquierda que adhieren al kirchnerismo, que es lo mismo que decir "un progresismo abstracto" que se autoengaña, y que encaja en lo que afirma Fernández Arregui: "Actúan como intelectuales coloniales, y construyen una imagen ficticia del país, negando a éste como tal (...) No fundamenta su construcción en el colectivo". Sino escuchen a Depetris diciéndo que "quien la presidenta elija" será candidato a gobernar en 2015, lo que habla de una ineptitud democrática eleccionaria.
Fernández Arregui tiene razón cuando los partidos tradicionales se dicen marxistas y no saben utilizar ese método para "interpretar la realidad". Esto mismo, traspolado al plano actual, el kirhcnerismo se jacta de cierto progresismo y firma tratados con empresas extranjeras, con multinacionales colonialistas, prioriza el salario de las FFAA antes que el de los docentes, privatiza los trenes, y después llama "cipayos" y "vendepatrias" a otros. El librealismo que critica Arregui es ahora el neodesarrollismo del gobierno nacional, tiene las mismas características.
Esto último es lo que la verdadera izquierda denuncia, en contra de los intereses de los de arriba, del imperialismo. Estoy seguro de que si resucitara, Arregui se replantearía muchísimas cosas de lo que en su período se vislumbró como una cosa y caen otra, de Cook a Isabelita. Viejos militantes de la "izquierda abstracta" que criticaban ahora están del lado de los de arriba, del enemigo.
Desde abajo se va construyendo otra sociedad. Está en los barrios populares, en las universidades, en las escuelas, en las calles, en las vías, en los puentes. Es la esperanza que sigue intacta para construir una sociedad mejor, el cambio social con poder popular. 

lunes, 24 de febrero de 2014

El rol del escritor en la sociedad


Exposición y debate acerca del papel del escritor en la sociedad actual.
Nicolás Arizcuren y Víctor Torres compartieron ideas, a mediados de enero de este año, para la jornada literaria organizada por ADET (Asociación de Escritores de Tandil) en la Casa de la Cultura.
A continuación, el video de la charla.

http://www.youtube.com/watch?v=zmw9m1kqrio

martes, 18 de febrero de 2014

Tirar a Casas por la ventana




Hay mucho pastiche en los ensayos de Fabián Casas. Tanto en “Bonsai” como en “La supremacía Tolstoi”, el escritor/filósofo evoca temas que le interesan y sin reparar en si se relacionan o no, los une en una serie de notas, reseñas y artículos en dos libros que parecen ser continuos. ¿Para cuándo el último de la trilogía Fabián?
Debo aclarar que no me parece nada malo esa extraña mezcla donde conviven San Lorenzo, Los Beatles y Faulkner. Parece ser un procedimiento de la literatura argentina actual, fruto de algún pasado o síntoma de otra cosa.
“La supremacía Tolstoi” (2013) me gustó más que “Bonsai”. En éste último -que publicó primero, en 2007- se desata una crítica pocas veces amable y otras tantas prudentes según el tema.
Me resulta incómodo un breve artículo -el más breve del libro- llamado “El Diablo” de la página 88 en el cual despotrica contra Hugo Chávez. Lo llama bajo el epíteto “actor cómico que gobierna Venezuela” y hace referencia al discurso que el ex presidente de la República Bolivariana manifestó en una de las asambleas de Naciones Unidas donde tilda de “diablo” a Bush.
¡Persígnese Casas! ¡Hágalo tranquilo, hombre! Déjeme a mí blasfemar un poco: Mismísimo demonio, Mefistófeles, Malo, Rey de los infiernos y cuánto más crea necesario utilizar estos apodos singulares para denominar al verdadero tirano del siglo XXI.
No se asuste Casas, tengo guardados otros insultos que tal vez le ocasionen algún espanto, cuando quiera se los digo. Bush es lo que dijo Chávez, y más también.
Pero, al margen de la simpatía que le genere o no Chávez a Casas (que por supuesto le puede no agradar), lo que más me hace ruido en el texto es la idea de equilibrar a ambos ex mandatarios: “... no eran enemigos. Estaban trabajando de enemigos” es la frase última que suelta el escritor/filósofo (¿por leer la obra completa de Nietzsche uno ya se puede considerar filósofo?) como si hubiese existido una complicidad entre un revolucionario y un “bandolero” alcoholizado.
Posiblemente no exista presidente más locuaz que Chávez Frías en la historia de nuestro continente, alguien que nunca hizo una guerra y que luchó por su patria, que construyó una nueva forma de hacer política.
Los discursos de Chávez han tenido un dejo de demagogia. Es algo reprochable y lo digo admirando la obra del venezolano y su pueblo. A diferencia de Casas, observo en el discurso de Chávez “la voz del pueblo”, en esas palabras están también las víctimas del imperialismo yanqui, los muertos de Irak y hasta los mismos que habitaban las Torres Gemelas en el día del atentado.
Bush ha sido -y es- la mierda de este mundo hecha persona, Casas, y usted dice que hay una especie de juego para ver quién se odia más. Le pifia, señor, la tiró a la tribuna, usando sus jergas recurrentes en sus simpáticos ensayos.