Hace desde unos días ya que vengo escuchando el término "Izquierda Abstracta" que militantes kirchneristas utilizan para denominar a un sector político ideológico asociado con ideas marxistas.
Le es muy difícil a este gobierno nacional aceptar críticas, y menos por izquierda (la derecha es vergonzosa y cipaya) que suelen ser constructivas sin intención de pecar en la absoluta ignorancia.
Lo cierto es que el término no es nuevo. Los kirchneristas se jactan de que en el año 2009 Norberto Galasso, pensador oficialista de la llamada "izquierda nacional" (cuyo significado le cuaja al "peronismo progresista"), dijo que "la izquierda abstracta termina sirviendo a la derecha". A partir de aquí es que quiero aclarar a qué se refiere con esta corriente ideológica y a quiénes atañen hoy, si es que existe como tal la presentan.
Como aclaré anteriormente, esta nominación tienen varias décadas de discusión. Fernández Arregui, un pensador con gran formación marxista y de la "izquierda nacional", se encargó de examinar la idea con énfasis y definiciones importantes.
En primer lugar, vale aclarar que Arregui se refiere, con "izquierda abstracta", a las líneas de los llamados partidos tradicionales de la izquierda, léase Partido Comunista y Socialista, a los que tilda de "antinacionales". Comparto esta mirada ya que, en nuestro país, dichos partidos intentaron implementar el dogma del socialismo a la realidad argentina, desconocida por ellos y que quedó abrumada por la fundación del peronismo. Tanto el Partido Comunista y el Partido Socialista quedaron aislados y siempre representaron a la burguesía nacional que, a la hora de pelear por los intereses del pueblo, se replegaban en los manueales de Marx y Engels sin poder salir nunca a la disputa en el campo político y social.
Este es un error que se repitió en varios países del mundo. El gran error fue haber creído en esos partidos, creer que la revolución se hace con una receta ya impresa y nada más. Pese a los intentos de verdaderas trasformaciones a principios del siglo XX por parte de Juan B. Justo y Alicia Moreau hasta Alfredo Palacios, desde lo orgánico no hubo un real acompañamiento a los procesos de luchas sobre todo a partir del golpe del 30.
Se dice que el PC apoyó prácticamente todos los golpes militares. Y ésto va en sintonía con lo que el boliviano Monge hizo cuando que le negó el apoyo al Che Guevara en Bolivia o las diferencias entre el MIR y Allende que culminaron en la dictadura de Pinochet.
Los partidos de izquierda tradicionales siempre estuvieron más cerca de Stalin que de Lenin. La idea de la "izquierda europeizada", que también sostiene Arregui, funcionó durante muchos años en nuestro país a causa de una ceguera por no querer mirar qué pasaba en la calle. Esos partidos son también los que rechazaban la lucha armada, y los militantes que pensaban en la revolución se fueron de inmediato a poner el cuerpo con Masetti en el 64 o con el ERP a fines de los 60, principios de los 70.
Acá ya hay una gran diferencia. Tanto el ERP como Montoneros hablaban de una patria socialista (Arregui también lo hacía, y murió de cara a tal frustración), ninguno miraba a Europa (de hecho se formaron en Cuba y en Nicaragua), pero los Montoneros tuvieron la equivocadísima visión de que Perón apostaría por el "socialismo nacional" cuando estaba rodeado por la burocracia sindical de Rucci y la derecha más recalcitrante de López Rega, creador de la Triple A. Perón no podía desconocer estas circunstacias y tratarlos de "imberbes" fue la gran prueba de que al General no le interesaba ningún cambio profundo. De hecho, el verso "Combatiendo al capital" de la marcha jamás se tomó en serio.
Hay una frase muy interesante de Fernández Arregui que intenta clarificar cuál debiera ser el rol de la izquierda: " El marxismo no puede constituirse en dogma, sino que tiene que renovarse constantemente, adaptarse a las circunstancias históricas y ajustarse a la realidad en la cual se desarrolla. Nuestro país debe mirarse en el espejo latinoamericano, no en el europeo que siempre le entregará una imagen distorsionada. La construcción debe darse desde el pueblo...". Coincido. De hecho, la NO izquierda abstracta (bien lejos del PC de Echegaray y del PS de Binner, y por tanto lejos del kirchnerismo que se cree que es la izquierda ) lleva en su bandera la frase de Mariátegui para construir el socialismo del Siglo XXI: "Ni calco ni copia, sino creación heroica" que reafirma lo de Arregui y que, por tanto, se distancia de la izquierda tradicional. Los movimientos sociales con una fuerte impronta latinoamericanista y anticolonialista se encuentran bien a la izquierda del kirchnerismo y es un alivio, porque es posible creer en una construcción autónoma, horizontal y verdaderamente popular.
Por otra parte, Arregui asegura que " los comunistas en su interpretación histórica son mitristas ( Jauretche hablará de los mitro-marxistas)" y nada tiene que ver con la interpretación de la realidad que hace la izquierda actual, marxista, martiana, indigenista, del Fidel y Chávez. Aquella concepción de la "izquierda abstracta" puede ser vista hoy con claridad en el viejo Partido Intransigente, en Nuevo Encuentro (que de izquierda nunca tuvo nada), en la Federación Juvenil Comunista, y en las tradiciones de izquierda que adhieren al kirchnerismo, que es lo mismo que decir "un progresismo abstracto" que se autoengaña, y que encaja en lo que afirma Fernández Arregui: "Actúan como intelectuales coloniales, y construyen una imagen ficticia del país, negando a éste como tal (...) No fundamenta su construcción en el colectivo". Sino escuchen a Depetris diciéndo que "quien la presidenta elija" será candidato a gobernar en 2015, lo que habla de una ineptitud democrática eleccionaria.
Fernández Arregui tiene razón cuando los partidos tradicionales se dicen marxistas y no saben utilizar ese método para "interpretar la realidad". Esto mismo, traspolado al plano actual, el kirhcnerismo se jacta de cierto progresismo y firma tratados con empresas extranjeras, con multinacionales colonialistas, prioriza el salario de las FFAA antes que el de los docentes, privatiza los trenes, y después llama "cipayos" y "vendepatrias" a otros. El librealismo que critica Arregui es ahora el neodesarrollismo del gobierno nacional, tiene las mismas características.
Esto último es lo que la verdadera izquierda denuncia, en contra de los intereses de los de arriba, del imperialismo. Estoy seguro de que si resucitara, Arregui se replantearía muchísimas cosas de lo que en su período se vislumbró como una cosa y cayó en otra, de Cook a Isabelita. Viejos militantes de la "izquierda abstracta" que criticaban ahora están del lado de los de arriba, del enemigo.
Desde abajo se va construyendo otra sociedad. Está en los barrios populares, en las universidades, en las escuelas, en las calles, en las vías, en los puentes. Es la esperanza que sigue intacta para construir una sociedad mejor, el cambio social con poder popular.
Le es muy difícil a este gobierno nacional aceptar críticas, y menos por izquierda (la derecha es vergonzosa y cipaya) que suelen ser constructivas sin intención de pecar en la absoluta ignorancia.
Lo cierto es que el término no es nuevo. Los kirchneristas se jactan de que en el año 2009 Norberto Galasso, pensador oficialista de la llamada "izquierda nacional" (cuyo significado le cuaja al "peronismo progresista"), dijo que "la izquierda abstracta termina sirviendo a la derecha". A partir de aquí es que quiero aclarar a qué se refiere con esta corriente ideológica y a quiénes atañen hoy, si es que existe como tal la presentan.
Como aclaré anteriormente, esta nominación tienen varias décadas de discusión. Fernández Arregui, un pensador con gran formación marxista y de la "izquierda nacional", se encargó de examinar la idea con énfasis y definiciones importantes.
En primer lugar, vale aclarar que Arregui se refiere, con "izquierda abstracta", a las líneas de los llamados partidos tradicionales de la izquierda, léase Partido Comunista y Socialista, a los que tilda de "antinacionales". Comparto esta mirada ya que, en nuestro país, dichos partidos intentaron implementar el dogma del socialismo a la realidad argentina, desconocida por ellos y que quedó abrumada por la fundación del peronismo. Tanto el Partido Comunista y el Partido Socialista quedaron aislados y siempre representaron a la burguesía nacional que, a la hora de pelear por los intereses del pueblo, se replegaban en los manueales de Marx y Engels sin poder salir nunca a la disputa en el campo político y social.
Este es un error que se repitió en varios países del mundo. El gran error fue haber creído en esos partidos, creer que la revolución se hace con una receta ya impresa y nada más. Pese a los intentos de verdaderas trasformaciones a principios del siglo XX por parte de Juan B. Justo y Alicia Moreau hasta Alfredo Palacios, desde lo orgánico no hubo un real acompañamiento a los procesos de luchas sobre todo a partir del golpe del 30.
Se dice que el PC apoyó prácticamente todos los golpes militares. Y ésto va en sintonía con lo que el boliviano Monge hizo cuando que le negó el apoyo al Che Guevara en Bolivia o las diferencias entre el MIR y Allende que culminaron en la dictadura de Pinochet.
Los partidos de izquierda tradicionales siempre estuvieron más cerca de Stalin que de Lenin. La idea de la "izquierda europeizada", que también sostiene Arregui, funcionó durante muchos años en nuestro país a causa de una ceguera por no querer mirar qué pasaba en la calle. Esos partidos son también los que rechazaban la lucha armada, y los militantes que pensaban en la revolución se fueron de inmediato a poner el cuerpo con Masetti en el 64 o con el ERP a fines de los 60, principios de los 70.
Acá ya hay una gran diferencia. Tanto el ERP como Montoneros hablaban de una patria socialista (Arregui también lo hacía, y murió de cara a tal frustración), ninguno miraba a Europa (de hecho se formaron en Cuba y en Nicaragua), pero los Montoneros tuvieron la equivocadísima visión de que Perón apostaría por el "socialismo nacional" cuando estaba rodeado por la burocracia sindical de Rucci y la derecha más recalcitrante de López Rega, creador de la Triple A. Perón no podía desconocer estas circunstacias y tratarlos de "imberbes" fue la gran prueba de que al General no le interesaba ningún cambio profundo. De hecho, el verso "Combatiendo al capital" de la marcha jamás se tomó en serio.
Hay una frase muy interesante de Fernández Arregui que intenta clarificar cuál debiera ser el rol de la izquierda: " El marxismo no puede constituirse en dogma, sino que tiene que renovarse constantemente, adaptarse a las circunstancias históricas y ajustarse a la realidad en la cual se desarrolla. Nuestro país debe mirarse en el espejo latinoamericano, no en el europeo que siempre le entregará una imagen distorsionada. La construcción debe darse desde el pueblo...". Coincido. De hecho, la NO izquierda abstracta (bien lejos del PC de Echegaray y del PS de Binner, y por tanto lejos del kirchnerismo que se cree que es la izquierda ) lleva en su bandera la frase de Mariátegui para construir el socialismo del Siglo XXI: "Ni calco ni copia, sino creación heroica" que reafirma lo de Arregui y que, por tanto, se distancia de la izquierda tradicional. Los movimientos sociales con una fuerte impronta latinoamericanista y anticolonialista se encuentran bien a la izquierda del kirchnerismo y es un alivio, porque es posible creer en una construcción autónoma, horizontal y verdaderamente popular.
Por otra parte, Arregui asegura que " los comunistas en su interpretación histórica son mitristas ( Jauretche hablará de los mitro-marxistas)" y nada tiene que ver con la interpretación de la realidad que hace la izquierda actual, marxista, martiana, indigenista, del Fidel y Chávez. Aquella concepción de la "izquierda abstracta" puede ser vista hoy con claridad en el viejo Partido Intransigente, en Nuevo Encuentro (que de izquierda nunca tuvo nada), en la Federación Juvenil Comunista, y en las tradiciones de izquierda que adhieren al kirchnerismo, que es lo mismo que decir "un progresismo abstracto" que se autoengaña, y que encaja en lo que afirma Fernández Arregui: "Actúan como intelectuales coloniales, y construyen una imagen ficticia del país, negando a éste como tal (...) No fundamenta su construcción en el colectivo". Sino escuchen a Depetris diciéndo que "quien la presidenta elija" será candidato a gobernar en 2015, lo que habla de una ineptitud democrática eleccionaria.
Fernández Arregui tiene razón cuando los partidos tradicionales se dicen marxistas y no saben utilizar ese método para "interpretar la realidad". Esto mismo, traspolado al plano actual, el kirhcnerismo se jacta de cierto progresismo y firma tratados con empresas extranjeras, con multinacionales colonialistas, prioriza el salario de las FFAA antes que el de los docentes, privatiza los trenes, y después llama "cipayos" y "vendepatrias" a otros. El librealismo que critica Arregui es ahora el neodesarrollismo del gobierno nacional, tiene las mismas características.
Esto último es lo que la verdadera izquierda denuncia, en contra de los intereses de los de arriba, del imperialismo. Estoy seguro de que si resucitara, Arregui se replantearía muchísimas cosas de lo que en su período se vislumbró como una cosa y cayó en otra, de Cook a Isabelita. Viejos militantes de la "izquierda abstracta" que criticaban ahora están del lado de los de arriba, del enemigo.
Desde abajo se va construyendo otra sociedad. Está en los barrios populares, en las universidades, en las escuelas, en las calles, en las vías, en los puentes. Es la esperanza que sigue intacta para construir una sociedad mejor, el cambio social con poder popular.
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