Hay mucho pastiche en los ensayos de
Fabián Casas. Tanto en “Bonsai” como en “La supremacía
Tolstoi”, el escritor/filósofo evoca temas que le interesan y sin
reparar en si se relacionan o no, los une en una serie de notas,
reseñas y artículos en dos libros que parecen ser continuos. ¿Para
cuándo el último de la trilogía Fabián?
Debo aclarar que no me parece nada malo
esa extraña mezcla donde conviven San Lorenzo, Los Beatles y
Faulkner. Parece ser un procedimiento de la literatura argentina
actual, fruto de algún pasado o síntoma de otra cosa.
“La supremacía Tolstoi” (2013) me
gustó más que “Bonsai”. En éste último -que publicó primero,
en 2007- se desata una crítica pocas veces amable y otras tantas
prudentes según el tema.
Me resulta incómodo un breve artículo
-el más breve del libro- llamado “El Diablo” de la página 88 en
el cual despotrica contra Hugo Chávez. Lo llama bajo el epíteto
“actor cómico que gobierna Venezuela” y hace referencia al
discurso que el ex presidente de la República Bolivariana manifestó
en una de las asambleas de Naciones Unidas donde tilda de “diablo”
a Bush.
¡Persígnese Casas! ¡Hágalo
tranquilo, hombre! Déjeme a mí blasfemar un poco: Mismísimo
demonio, Mefistófeles, Malo, Rey de los infiernos y cuánto más
crea necesario utilizar estos apodos singulares para denominar al
verdadero tirano del siglo XXI.
No se asuste Casas, tengo guardados
otros insultos que tal vez le ocasionen algún espanto, cuando quiera
se los digo. Bush es lo que dijo Chávez, y más también.
Pero, al margen de la simpatía que le
genere o no Chávez a Casas (que por supuesto le puede no agradar),
lo que más me hace ruido en el texto es la idea de equilibrar a
ambos ex mandatarios: “... no eran enemigos. Estaban trabajando
de enemigos” es la frase última que suelta el
escritor/filósofo (¿por leer la obra completa de Nietzsche uno ya
se puede considerar filósofo?) como si hubiese existido una
complicidad entre un revolucionario y un “bandolero”
alcoholizado.
Posiblemente no exista presidente más
locuaz que Chávez Frías en la historia de nuestro
continente, alguien que nunca hizo una guerra y que luchó por su
patria, que construyó una nueva forma de hacer política.
Los discursos de Chávez han tenido un
dejo de demagogia. Es algo reprochable y lo digo admirando la obra
del venezolano y su pueblo. A diferencia de Casas, observo en el
discurso de Chávez “la voz del pueblo”, en esas palabras están
también las víctimas del imperialismo yanqui, los muertos de Irak y
hasta los mismos que habitaban las Torres Gemelas en el día del
atentado.
Bush ha sido -y es- la mierda de este
mundo hecha persona, Casas, y usted dice que hay una especie de juego
para ver quién se odia más. Le pifia, señor, la tiró a la
tribuna, usando sus jergas recurrentes en sus simpáticos ensayos.
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