lunes, 23 de diciembre de 2013

EL QUE VA A LA BARRERA (adelanto del próximo libro)



Quizá para demostrar coraje o sacrificio por el equipo, el jugador que va a la barrera suele tener sensaciones que rara vez se observan en un partido de fútbol. No hay un jugador que se dedique exclusivamente a eso (como suele ocurrir cuando se mete a un defensor más para sostener el resultado o meter a un buen cabeceador para buscar un gol por arriba) aunque la posición en donde se realice la ejecución o la altura del jugador suelen ser características para evocar su presencia en la frontera que evite el remate directo al arco. También está el futbolista que se hace el gil y se mete en el área o se va a la mitad de la cancha para evitar ser el blanco de un pelotazo.
Un tiro libre suele ser para el arquero muy peligroso y, a la vez, el oportunismo para destacarse gritando e insultando a sus compañeros que se ubican como sospechosos en ronda de reconocimiento. No hay portero que deje pasar esa oportunidad y se tome todo tipo de atribución para guiar a los jugadores a formarse en una “vanguardia” que se escuda en línea para evitar el gol. Sabido es que si la pelota atraviesa el muro humano puede ser un problema.
El que va al barrera mira fijo la pelota. Piensa rápidamente en su descendencia, en la procreación (ve a su mujer solicitándole otro hijo), en su cuerpo y se protege con una mano la zona más sensible. Con la otra, suele cubrirse la cara aunque a veces, algunos se cruzan el brazo por el pecho hasta agarrase del hombro vaya a saber uno porqué.
Siempre hay un vivo que da la orden en el momento de adelantarse a los nueve pasos que el árbitro indica al azar y al ejecutante le basta con amagar a patear para ridiculizar la valla humana que termina casi al lado del pateador. Por suerte se inventó el aerosol que al que ridiculiza en verdad es al árbitro.
Ir a la barrera y tolerar un pelotazo en la oreja, la espalda, el muslo, el culo o en los testículos en un partido con mucho frío, más que sacrificio es un suicidio. Aunque peor debe ser si detrás de la pelota aparece Roberto Carlos listo para un disparo certero al cuerpo del adversario.


lunes, 9 de diciembre de 2013

"Literatura popular". Entrevista a Hernán Casciari.

El en Barcelona. Yo en Tandil. Ambos tratando de dar en la ícono del telefonito a la hora precisa para poder hablar por skype. Luego de tanto insistir el momento llega y la voz de Hernán Casciari aparece, a la distancia pero, al mismo tiempo, con una cercanía que el escritor va mostrando con cada frase de zaguán adentrándonos en la comunicación. Miles de kilómetros que la literatura y el fútbol, de alguna manera, terminan con los límites impuestos.
En una charla muy nutrida de análisis y definiciones  acerca del mundo en el que aparece la Revista Orsai, su directo Hernán Casciari, describe con agudeza los caminos, sensaciones, resultados y características de una revista cultural que ha logrado una popularidad notoria en todo el mundo. Lamentamos su culminación en estos días, pero sabemos el reconocimiento que generó debido a la calidad literaria, al trabajo del escritor (autores de todo el continente) y al rol del nuevo público lector en internet. De eso hablamos.



¿Cómo es el proceso creativo de la revista, teniendo en cuenta la impresión y distribución?
La pensamos con Chiri, mi amigo con el que la elaboramos. El vive en Buenos Aires y por Skype nos comunicamos, intercambiamos ideas, pensamos un eje, autores que queremos publicar. Yo viajo cada dos meses a Buenos Aires donde nos reunimos para el números siguiente con editores. Entre ellos, Josefina Licitra que trabaja mucho y con gran naturalidad en la edición de Orsai.

¿Qué significa ser una editorial por fuera de la industria?
Huyendo de la industria es no dar pelea en ese campo. Nosotros vamos a otro lugar, apartado, y llevamos a cabo un proyecto por fuera de la industria editorial que domina el sistema de publicación literaria y cultural en general. Nos propusimos, desde un principio, laburar lejos de las reglas, con otros tiempos, con amigos del barrio, con autores amigos.

¿Qué tan importante es la función del lector de la revista y qué características posee éste? ¿Se lee menos, más pero fragmentado o ha cambiado la forma de leer?
Es difícil entenderlo. Parece ser un lector desconcentrado. Es difícil que participe solo en lectura por la fragmentación y obstáculos que internet suele generar.
Es una discusión que ignoro. Desconozco cuáles son las verdaderas características del público lector. La lectura es cada vez menos concentrada, no estamos capacitados para prestar mucha atención a un mismo objeto o, este caso, texto.

Trabajar sin publicidad es, sin dudas,  un gran desafío para ustedes. ¿Cómo manejan los números de la inversión en la publicación y qué sucede si "no cierran los números"?
Los números no cierran nunca. La publicidad es comercial y no nos gusta, por eso hacemos un revista en formato papel y digital con cero producto a la venta. No hacemos la revista para ganar plata porque es como hacer un viaje. Así y todo, a los autores les pagamos en el bolsillo el dinero que le corresponde por su trabajo. Y eso que nos llegaron propuestas, públicas, privadas y de instituciones políticas pero no las aceptamos.

Una vez te escuché decir que Orsai es una revista popular. Defina y caracterice, a su criterio, la "Literatura popular". ¿Eso quiere decir que hay otras?
Creo que hay literatura para colegas, muchos libros que son consumidas por autores: eso no es literatura popular, es literatura para escritores. La literatura popular es la que tiene poca complejidad a la hora de leer el texto, de temáticas comunes o cotidianas, con recursos humorísticos y costumbristas,  con un lenguaje accesible y una historia singular.

Yo podría, entonces, poner como ejemplo "Messi es un perro". Es un cuento que me fascinó cuando lo leí y, como futbolero y profesor de literatura, pude advertir que se lograba conjugar al arte escrito con un hecho popular como lo es el fútbol de manera brillante.
Sí, bueno. Ese es un cuento que tiene un lenguaje sencillo, que representa un personaje conocido por todos y, al vez, una historia que me ocurre a mí en la infancia con mi perro "Totín".

¿Cómo continuar el camino para resistir a la industria editorial y hacer más accesible la construcción colectiva de la cultura?
La cultura debe estar ajena a la industria. La industria actúa como un grupo de empresarios que quieren hacerse ricos. Como autores intentamos crear otra plataforma, alejándonos del sistema editorial que explota a los escritores. Sabemos que autoeditar es caro pero peor es el cerco comercial que rodea a la cultura.





viernes, 6 de diciembre de 2013

Las cosas por su nombre mueren




Ahora le llaman “valla fronteriza” al cerco que prohíbe la libertad e “indocumentados” a los negros colonizados que huyen en busca de refugio y dignidad. “Estado de sitio” y “toque de queda” sirven para denominar a los golpes de Estado y a la “represión policial” la esconden tras “dispersión de manifiestantes”.
Para realizar un desalojo se envía al cuerpo del ejército, gendarmería, tanques, grupo geo, perros, camiones blindados anti disturbios, escudos antimisiles.
El “déficit habitacional” es la negación de una vivienda y “ocupa” al que se le niega el derecho a vivir bajo un techo. Todos dicen aceptar la libertad de expresión pero se quejan de las protestas y piquetes. Varios recurren a la libertad de prensa y desde sus diarios critican a otros, oficial u oposición.
“Pobres los indios del Chaco” oímos comentar y desde hace quinientos años vemos cómo se los atropella e ignora.
Ningún hombre pude hablar de libertad si visita a mujeres en boliches nocturnos.
No hay pobreza sino “bajos recursos”, no hay ricos sino “pudientes”. La miseria es propia del hemisferio sur y la explotación de la parte norte.
No hay miseria y abandono sino “indigentes”. No hay trabajo esclavo sino “situación laboral precaria”; no hay trabajo en negro sino “peones con posibilidades de ascenso”.
No son abusadores sino “desviados sociales”. La cárcel sirve para ladrones de gallinas y no para genocidas. La seguridad que reclaman los ricos es para cuidar su tesoro; la seguridad para un pobre es no perder el trabajo.
Si un pobre roba es un delincuente; si lo hace un político en su legajo se leerá “delito excarcelable”. Si un pobre progresa, anda en algo turbio; a la 4x4 el rico la hizo en base al sacrificio. Un desocupado es un vago que no tiene voluntad, mientras los estudiantes universitarios le temen más al “presupesto” que sale estudiar que a los propios exámenes.
El joven que se divierte se droga, si participa de la política es porque no estudia. Si es morocho o usa gorrita la policía buscará antecedentes y se lo expone ante los vecinos para revisarlo.
Las palabras son las primeras en ser lastimadas a la hora de lastimar.