viernes, 25 de julio de 2014

Lamborghini Pornostar

La otra noche, recostado, leí "El Fiord" de Osvaldo Lamborghini. Ahora comprendo porqué lo llamaban el "escritor maldito".
Ese texto, más algunos poemas (a la que yo llamo "prosa abusada") y "El niño proletario" responden a una metaficción que, entre el erotismo y el lenguaje punzante, construyen otra narrativa (distinta a la de Walsh, Marechal, Urondo) del peronismo de fines de los sesenta y principios de los setenta.
Si no hubiese sido escritor, Lamborghini hubiera sido actor o "estriptis". Un "hipersexual", sadomasoquismo inquietante, un maníaco de la orgía que hace de la violencia un medio de existencia y algo natural y de la literatura una revista pornográfica. 








El pudor, en sus textos, se esconde detrás de las solapas junto con el sudor y las secreciones de los cuerpos desgarrados.
Al respecto de "El fiord", Aira dice que "funda un mito" y que "Se trataba, y sigue tratándose, de algo inusitadamente nuevo. Anticipaba toda la literatura política de la década del setenta, pero la superaba, la volvía inútil. Incorporaba toda la tradición literaria argentina, pero le daba un matiz nuevo, muy distinto".
Es difícil conseguir los libros de Lamborghini. "Tadeys" es una obra de esos que, además, está incompleto, una novela inconclusa porque lo sorprendió la muerte de muy joven en Barcelona.
Leer a Osvaldo Lamborghini es compenetrarse en una ruptura constante, es penetrarse en sentidos que abarcan la parodia y la excitación lectora. No leerlo es desconocer la innovación que se produjo en la literatura de nuestro país en los momentos de mayor turbulencia del siglo pasado.

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