sábado, 14 de agosto de 2010

Los medios de comunicación hoy

Conocida es la puja que llevan adelante gobierno y los monopolios. Lo cierto es que, tanto el uno como el otro en su ambición de poder, obstaculizan el acceso a los medios y, por tanto, a la información verdadera. La conveniencia de uno es letal para el resto.
Mentir es propio de Clarín, y una manera del “decir” del gobierno. En cambio, los que no nos alistamos en su espacio creemos que la Ley de Medios Audiovisuales es una oportunidad muy importante para acercarnos a la comunicación y ser partícipes de una alternativa al poder manifiesto (además de erradicar tanta impunidad y concentración del capital informativo).
Una radio comunitaria, un diario popular, un canal abierto deben ser las herramientas para cualquier ciudadano en un estado democrático. Las noticias en pocas manos son siempre las mismas noticias, las mismas opiniones e inclinaciones que no dejan prosperar a un país rico en la expresión y necesitado de gritar a los cuatro vientos que piensa.
No queremos un diario que nos mienta, ni políticos ligados a las empresas, ni flashes atosigándonos con la “inseguridad”, ni informativos cubriendo la corrupción y desconociendo el gatillo fácil, ni la desnudez en programas que desdeñan la condición humana. Antes los dirigentes manejaban a los medios, ahora son las empresas las que proponen un candidato. La dictadura dictaba las noticias (en una mano la birome y en otra la picana), ahora los empresarios deciden qué contar y cómo.
Deseamos opinar, pensar, expresar, manifestarnos. La libertad por sobre todas las cosas. Están muy bien los programas de entretenimiento siempre y cuando no denigren a otras personas. Hay que desconfiar de “6,7,8” pero más de Mariano Grondona, Morales Solá y TN. No es lo mismo Víctor Hugo Morales que Alfredo Leuco, ni Lanata que Fernando Bravo, ni Aliverti que Magdalena Ruiz Guiñazú. Hay diferencia entre Prensa de Frente y El Argentino, Página 12 y Clarín, entre Miradas al Sur y La Nación.
Hay que estar atentos y abrir bien los ojos, buscar la fuente confiable de información. El periodismo independiente siempre termina siendo más dependiente que nunca, según lo que le paguen y no por sus convicciones.

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