Te doy un segundo para que respires
y, al mismo tiempo,
aproveches en darme un beso.
Te cedo un minuto para que pienses
antes de cerrar la puerta.
Tienes un período absoluto
para escribir una misiva
o dar una señal de que estás aunque no estés,
para volver cuando tengas ganas.
Te ofrezco mi eternidad para que me acompañes
cuando te quedes sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario