viernes, 11 de diciembre de 2015

Los dueños de las palabras

En el momento de la jura, el presidente electo Macri prefirió usar la palabra "honestidad" en vez de "patriotismo". Según circuló, esta última había quedado muy pegada al gobierno anterior y por eso era menester utilizar otro término.
La excusa es un síntoma de otro infantilismo que acarrea el incipiente gobierno. Sin embargo, resulta atractivo pensar que se dejan de utilizar o pronunciar algunos términos por otros debido a la "apropiación" de las palabras. Si el empresario hubiera usado "patriotismo" ¿era motivo suficiente para poner en cuestión su uso o pensar que el gobierno anterior se podía identificar solo con esa expresión y no otro? ¿Macri es un "antipatria" por eso?
Durante la campaña, la misma palabra "cambio" fue la más esbozada por la coalición que formaron tanto el PRO, como la UCR y Carrió entre otros. El término "cambio" (Cambiemos) debe ser uno de los términos más nombrados a la hora de pensar en una política diferente a la que rige y que, por lo tanto, es necesario "transformar" (como sinónimo de la anterior). A esto se suma otra expresión que desde el kirchnerismo se frecuentó y fue la de "volver a las noventa", acusando a Macri de ser neoliberal. Pues eso es bastante cierto: muchos de los ministros del gabinete del jefe del PRO pasaron por los gobiernos menemistas y de la Alianza (Bulrrich, Prat Gay), de modo que pensar en un "cambio" resulta una farsa.
Otra de las palabras que circuló durante la campaña final fue "Ajuste", sobre todo desde sectores progresistas y de izquierda. Ninguno de los que recibían esa acusación aceptó tal caracterización, pero se ha de comprobar que el "ajuste", en su ejecución económica, ya estaba siendo aplicado en el bolsillo de los trabajadores desde antes del uso del término. Esto funciona, en términos estructuralistas, como una superación del significado ante el significante.
Para volver a la palabra "cambio", vale decir que desde muchos sectores de izquierda resulta una definición que le pone nombre a la idea de Revolución que muchos tildan de anacrónica. "Cambio social" viene a ser una forma de decir Revolución, aunque "Socialismo", por ejemplo, en sí misma encierra dichos preceptos.
Es interesante observar cómo un movimiento político o un gobierno puede imponer una función semántica y lingüística en el período que se presenta. En general, el sentido de los términos empleados -que acarrean tanta fuerza del decir, al mismo tiempo- depende del contexto y el lugar en el que se emplee, una visión ideológica o desde una posible adhesión.
En definitiva, parece ser una vez más que el significado de una palabra no se impone por su verdadero valor sino que éste depende de o de los hablantes, o sea, desde el lado en que se lo aplique.

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