jueves, 14 de abril de 2016

La figura de Dios en la poesía del Indio Solari

"Nos merecemos bellos milagros y ocurrirán"
Amok, Amok


La relación del poeta Carlos "Indio" Solari con la figura de Dios es muy atractiva en muchas de sus composiciones. No por religión, naturalmente, sino por la construcción de lo que puede ser una imagen metafísica supeditada a lo esencial de lo que "está más allá" (ultraísmo) de nosotros.
Es la idea de este artículo referirse a algunas nociones filosóficas y estéticas sin caer en falsas y obstinadas precisiones sobre la fe. Entiendo a la cultura ricotera - o "india" si se prefiere- como un estadío profano que en cierta forma "exige" el rocanrol (más cerca del infierno que del cielo), pero con audacia espiritual y de una riqueza poética que excede cualquier análisis superfluo.
Tanto en su trabajo como solista como en la producción colectiva en Los Redondos (con Motorpscico), en Solari se puede observar a Dios como un recurso poético, capaz de por sí solo trazar un paradigma espiritual inquitante y "ceremonial" de cada misa.
Hay frases que son contundentes y articulan una especie de metáfora tendiente a reflexionar sobre lo teológico en lo terrenal. Quiero decir, Solari propone una suerte de "mitología" con su cosmovisión propia en la que, para bien o para mal, el "omnipotente" representa lo esencial del hombre. Y así como se puede hablar de ese rol celestial, también es posible hallar cierto simbolismo en lo que propone en relación al "diablo" y el "infierno", como contrapartida de aquello, como en "Nike es la cultura" donde "el diablo está en el cielo".
Pero, y vale preguntarse, ¿a qué "dios" se refiere? ¿Cómo construye esa idea superior? Porque "Si las superticiones traen mala suerte" entonces debe haber un tipo de creencia que siga un dogma mucho más creíble y fiel a nuestras convicciones.
Así, por ejemplo, uno de los versos más cantados es sin dudas "Dios no está en los detalles de hoy" (Fligth 956). Solari no ignora la presencia de una figura que está por sobre nosotros pero, al mismo tiempo, parece ser una imploración, una necesidad de que "intervenga" o influya en ciertos aspectos de la realidad donde se requiere su "poder". Sin embargo, al mismo tiempo, la idea de "detalles" expresa de alguna manera que ese Dios "no se anda con chiquitas", entonces se le escapan objetos minuciosos que para la vida de cualquier mortal resultan imprescindibles, lo que equivale a decir "y nunca hay terreno sagrado". El llamado "Paraíso Terrenal" no existe, entonces es inútil reclamarle a Dios lo que éste ignora. Como cuando en "Beemedobleve" expresa "Y por aquí el Señor no dio otra vuelta", no desciende para salvarnos y no se apiada porque lo mejor del amor "Dios siempre se lo quedó para él", y sólo nos dejó el pecado con la manzana que mordimos.
A esta idea se le pude agregar lo que manifiesta en una de las estrofas de "Una rata muerta en los geranios" cuando dice: "Necesito de algún paraíso / que obligue a mi cuerpo a jugar con vos / aunque estoy atado a tus diabluras / sabes que estoy siempre a favor del adiós". Es en ese "paraíso", lugar sagrado por excelencia, donde el poeta desea el encuentro humano. 



Pero si "No es Dios todo lo que reluce" ¿a quién pertenece esa luz que se desprende de la crucifixión a la que se aboca el condenado?. En esa canción (de El perfume...) el ciego, el ladrón, los locos: personajes subalternos que se desprenden de un relato casi bíblico. Otra vez "la estrella", que ya no "es un lujo" sino que ilumina a los pecadores (más cerca del "infierno servido" que del "cielo tendido").
Del mismo disco, en "Torito es muerto" el primer verso arranca con un interrogante que es al mismo tiempo una afirmación: "Si Dios no existe cómo es posible/ toda esta vida de más que tenés". Acá, lo existencial es un problema que no nos pertenece: si actúo, si soy, si vivo no es por mi propio mérito sino que responde a un destino superior. "Hay una hoguera para los malos" y, en tiempos pasados, era la Inquisición la que decidía es destino sobre quién merecía vivir y quién no. "Paraíso de los olvidados/ que sopla algún pecado más", dos versos que concuerdan con lo dicho en el tema anterior: los olvidados, los pobres, los excluídos son siempre lo vencidos de la historia (ver esto en el filósofo alemán Walter Benjamin) y los "´pecadores" cuando no "herejes" que persigue la iglesia.
Algo curioso, siguiendo este análisis, es lo que ocurre con la letra de "Satelital". Porque expresa cómo la TV puede transmitir -en vivo y en directo- los degüellos que se dan en medio oriente por causas políticas y religiosas. De nuevo el primer verso "Van a atentar/ Dios no permite": evidentemente aquí Dios sí lo permite, o al menos es el mensaje que las creencias musulmanas expresan: derramar la sangre del enemigo y la propia para estar más cerca del profeta. Pasa que acá, Solari tal vez intenta decir que es la propia transmisión la que condena, más allá si es Dios el que lo aprueba.
Si el Indio señala que "Dios no me quiere", significa que le preocupa no ser considerado por el Señor. ¿Cómo no ser querido si es "el bicho más feo"? Entonces, el de Solari es un Dios caritativo y él un "inocente", al menos en esta canción del disco Porco Rex. Más que caritativo, está con los marginales como en "La murga de la virgencita" donde será "el propio buen Dios" quien la proteja: es un Dios que se apiada de los pobres porque la idea de "bicho feo" no es solo por una cuestión estética sino también  de miseria. Debería, entonces, estar en esos detalles. Es como cuando dice "Si Dios no me quiere en tu eternidad": el que habla es un pobre hombre (sujeto propio del Romanticismo, leer a Goethe), sin consuelo, donde Dios es una especie de obstáculo para el amor. Por eso, "si Dios queda en nada o no existe/ te amaré muchos más", o sea, aún sin su presencia o esencia. Esto me recuerda a unos versos de Baudelaire: "Dios es el único ser que para reinar no tuvo ni siquiera necesidad de existir".
Si pasamos al disco "El tesoro...", hay allí una manifestación -testamento poético- en "La muerte y yo" que es una plegaria risueña sobre el significado de la muerte en Solari. "Y siempre Dios contra todos", porque está claro que es él el que decide cuándo nos llegará la hora (y nos acordamos de él cuando la pasamos mal, como en Pabellón "Me asfixio! Dios!" exclama el personaje o en "Me matan limón" donde Escobar es un ser divino que anda arriba del techo sangrando como Cristo delatado).
El protagonista reflexiona sobre esos instantes donde "el pasado es una sombra" en la que "un paraíso de amor que viví/ en el corazón del infierno". En "Ciudad Baigón" describe cómo es ese cielo y el infierno, y le agradece a Dios que "nadie sigue con mis consejos".

Como vemos, la existencia de una figura paradigmática como Dios es más que atractiva para comprender algunas ideas, metáforas e incluso ironía en la que los mortales muchas veces nos acercamos o alejamos según nuestros pareceres y el poeta Solari, con su capacidad creativa, nos lo demuestra bellamente.
¿Es creyente el indio? ¿Es ateo o gnóstico? ¿Importa eso? Lo cierto es que en su poesía abundan las menciones a una idea espiritual superior, casi mitológica incluso creada por el propio Indio: el rito pagano en las misas motivan a recurrir a un ámbito sagrado que tiene fieles, cada vez más: esas ciento de miles de personas que con su fe a cuestas -en cada melodía- recitan las palabras del redentor Solari.

Víctor Torres

1 comentario:

  1. el tesoro que no vez la inocencia que no vez el placer que estan oscuro como el culo de un topo

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