martes, 7 de noviembre de 2017

NOS HAN ROBADO EL PARTIDO


El tipo llegó al bar sobre la hora. Por supuesto, se tuvo que quedar en la puerta adonde se agolpaban otros muchachos del barrio.
Desde la barra del club, don Horacio observaba todo orgulloso: los parroquianos un domingo por la tarde, la clientela de siempre y borrachos nuevos desparramados por las mesas y los pooles, la pantalla grande del tele y el pack que la comisión adquirió con esfuerzo y "afán".
- ¡Vamos muchachos que hoy hay que ganar como sea!- alguien decía.
Mientras, como sea, el tipo se trataba de acomodar en el escalón de la puerta para ver alguna jugada aunque sea, algún corner, alguna patada. No tenía plata para consumir, claro, ni tampoco lugar para sentarse a consumir. Al lado de la puerta, una ventana cuya persiana que daba directo a la pantalla desde la calle, apenas dejaba entrever las líneas del campo de juego. 
La imagen puede contener: una o varias personas y exterior

Escuchar se escuchaba. Más allá de algunos gritos eufóricos de los hinchas, cada tanto la voz del relator se dejaba oír como un suplicio. Hay relatores que pronuncian bien una marca auspiciante y como el ojete el apellido del marcador de punta...
"Al pedo vine hasta acá", se dijo, "para eso me hubiera quedado en casa..."
Porque antes uno se quedaba en casa, tranqui, a mirar el clásico, con amigos o familia, tomando unos mates o qué se yo... Pero ahora, ubicar un lugar cerca, averiguar precios, llegar temprano, conseguir buena ubicación frente al Led...uffff. ¡Para eso iba a la cancha directamente!
En un momento se escuchó un gol. Y el tipo detrás de la puerta, cabeceando hasta alcanzar una breve imagen aunque sea, un color distinguido, tratando averiguar de quién: para gritarlo si era de su equipo; para lanzar un insulto al aire si era de ellos. Al aire, al gobierno, al arquero, a la empresa del servicio, al árbitro y a la reputísima madre que lo re mil parió...
¿Cuándo disfrutar de un espectáculo popular -como lo es un partido de fútbol - se transformó en el privilegio de unos pocos? ¿Cómo fue que se adueñaron de nuestros derechos? ¿Cuándo vendrán por nuestros sentimientos si es que aún no han llegado?
El tipo se harta de ser el chivo expiatorio del sistema y retorna a la casa con su hijo. El pequeño que tampoco había podido ver nada ni ser visto, una cuadra después le comenta: "fue gol de ellos, ¿no?". Luego de un respiro, el tipo le respondió "Sí, pero ya se lo vamos a dar vuelta".

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