martes, 5 de abril de 2011

Crear o reventar

Posiblemente, el arte más preciado no tenga lugar ni época ni disciplina que exalte la turbulencia del hombre y su retorcida imagen de lo que pretende explicar. El enigma recalcitrante (dudo del término aplicado pero me pareció importante y creativo emplearlo) del poder de creación suprime la historia del arte mismo.
Aristóteles condenó la comedia y me obligó a la cabalidad que me caracteriza, u abstracto modelo irrisorio que proviene de un espeluznante tiempo en que los dioses reinaban en la comarca del mundo.
Bastará con sepultar la sofística de argumentos inválidos aunque con cierta lógica, preguntarse por el escapulario y la diadema espinada que resulta tan espinosa. San Agustín contempló el mar mientras memorizaba el evangelio y Da Vinci no dejó de crear que creía en la cena cúlmine y más recordada, donde el pan y el vino quedaron atragantados, son más que un símbolo, y siguen sin ser digeridos por nosotros lo pobres.
Mucho tiene que ver la naturaleza en el poder sobre el universo. Deus creavit omnia non. La maravillosa inspiración que sucedió a la mano de Dios, recayó en el paraíso terrenal, la evidencia de que la belleza no es sólo femenina como cree un amigo.
Pero no pretendo evadirme del tema.
En el Barroco, Las Meninas, un aventurero cuerdo que ignora la torpeza de la gente, la rebelde Juana que reniega de sus condiciones y arremete contra el dogma reluciendo una especie de autocrítica con epístolas de anonimato cuasi ficticias.
Más luego el razonamiento de Nietzche y sus posibles influencias, Marx y sus ortodoxos, Freud y Darwin, trataban de comprender algo acerca del hombre que nacía ya moderno.
En mi tierra, un tal Echeverría dio origen a la literatura Argentina. Algunos intentaron transformar el arte, se aprestaron a metamorfosear versos y consiguieron expandir lo irreal que pretendía olvidar las heridas por una guerra universal. El Ulyses, el realismo, el boom, el best seller, la revolución, fantasías y verdades inciertas de una altanería y vanidad propia de los escritores y el oficio.

Dolina, en una conferencia sobre Las Musas, abarca la historia del arte y concluye que la verdadera inspiración de un hombre es la mujer. Sin embargo, explica que los deterministas sostienen que el artista produce por las circunstancias que lo rodean “circunstancias sociales, económicas y políticas” . Asturias, entre otros escritores latinoamericanos del siglo XX fueron consecuencias útiles de sus contextos, de aquella realidad, donde se comenzaban a despertar las revoluciones, hoy exterminadas por el capitalismo yanqui y desestimadas por el potencial europeo. Eso también es creación, de pobreza y desigualdad, y dolorosamente el arte actual.

Me persiguen los sentidos la identidad, un instinto, la cultura, el saber.
No sé si he de crear, de lo que estoy seguro es que no todo lo he dicho, no todo lo he escrito y por eso iré a reventar.

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