miércoles, 6 de julio de 2011

La mercancía feminal

Intensa marca, huella, señal
dejan los ojos de quién me ha mirado.
Basta con recorrer los súbditos destinos
que me imponen los de arriba para darme cuenta
de lo insalubre del mundo.
De este mundo...
porque dicen que hay otro.
Allá a lo lejos hay un abono natural,
un cuerpo de verdad, un truque de trigales,
un museo de canciones.
Acá, la imbécibilidad.
Allá la dignidad de los otros,
acá la inmoralidad de unos pocos.
Vergüenza es la cara de la moneda que debería
restituir sus bolsillos
que hacen con carne humana, de mujer
de ninfas y doncellas, de cautivas y mataderos,
el mercado del destino.
¿Qué pasos he dado para tropezar con la injuria
y desagravios de otros ojos que me ignoran?

En el poniente, el ocaso ya no es ocaso
sino una manera de llegar rápido.
En las noches, ya no es sueño lo que se sueña
sino símbolos de un acontecer olvidado.

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