martes, 9 de abril de 2013

DE PUÑO Y LETRA por Manuel Picallo (Reseña de “Cuentos para despertarse” de Víctor Torres)





Toda opinión acerca de lo escrito contiene en mí una parte de admiración y otra parte de condena, pero en este caso lo particular de esta escritura ha desbordado en sí lo meramente crítico para no hallar en ella más que elogios. Y no solo por el hecho de que quién escribe es ya una persona especial sino también porque la difícil tarea de escribir exime a que la realiza del compromiso de agradar.
Leer ha sido para mí un placer intelectual y otro tanto físico. Pero he aquí que una nueva dimensión se ha agragado a la anteriores y me he descubierto leyendo desde el corazón. No por aquello que he podido establecer en relación con la lectura sino porque lo que he encontrado en cada uno de estos mini-relatos, ha despertado la zona más subjetiva de un lector: las emociones.
Y ante estas, no caben medidas de valoración posibles. Puedes cerrar las puertas a los sentimientos pero yo en cambio me he permitido abrirlos. Y entonces las historias, mezcla de ficciones y realidades, me han tocado (he aquí otra metáfora de la lectura como actitud física) y han ido remontando desde mis impresiones desconocidas. Por ello es que ha sido toda una celebración para el espíritu que alguien tan joven demuestre tan viva pasión por la escritura, por eternizar en palabras situaciones y personajes y por darle a la existencia la oportunidad de mostrarse nuevamente a los hombres.
En lo personal debo confesar que he sido alcanzado por aquella frase que expresa que “...Lo cierto es que algunos héroes tienen himnos y otros aguardan a tener justicia...” (de “Algunas muertes no son en vano”), sentido sentimiento de que los otros no son el infierno como dijera Sartre sino de que se espera que los demás conviertan alguna vez este infierno en paraíso.
El mérito de este libro estriba en que no contiene frases altisonantes, estructuras complicadas, giros idiomáticos oscurantistas, ideas rebuscadas, metáforas exigidas como en la de tantos otros noveles escritores sino que transcurre por los andariveles del lenguaje llano del pueblo que hace de lo cotidiano maravillas. Los misterios de París.
Nadie pues tiene derechos ni obligaciones con respecto a la lectura o la escritura, pero sí el permiso natural de arriesgarse a difrutarla y eso, y sólo eso, es toda la literatura.
Por otra parte he experimentado el transitar por estas líneas que la persona detrás de ella encierra: una visión del mundo humanitaria aravesada por los dolores y las alegrías del punto de estar vivo en medio de otros seres semejantes a el. Del júbilo de saberse unido y no por fuera de las desventuras ajenas y de compartir el camino de las sencillas en esta búsqueda por hacer del mundo un lugar más justo.
Es por lo tanto para mí un honor tener entre mis manos este libro, guardarlo entre los estantes de mi biblioteca y recurrir a él cada vez que tantas teorías y conceptos amenacen con quitarme las emociones.
Nada sé de fútbol pero aquello de “Fue de casualidad” es un relato breve que condensa en sí todo un momento de alegría y tristeza de este nuestro país desgarrado por su paroxismos.
Y es así cómo Víctor lucha no solo con su vida de todos los días sino también con la escritura. Haciendo de este transcurrir en la tierra algo mejor, más bello de mirar y entender, este sentirse junto a los orígenes ancestrales de la patria en “Salvatierra, en el laberinto de las piedras” o la “Leyenda de Cerro Leones” y tantos otros, o doloridamente relata aquello de “El paraíso está en el origen” o “Devolución de gentileza”.
A mí que soy lector voraz pero escritor frustrado leerlo me ha devuelto las ganas de volver a escribir. Un logro que particularmente le agradezco.
Es por lo tanto conmovedor poder sentir que la literatura es creación viva y no “una flor de invernadero” bajo los análisis de la Teoría Literaria. Porque este joven ha logrado hallar en “Cuentos para despertarse” una barrera eficaz contr la comprensión demasiada racional del mundo literario y nos ha entregado lo bueno de sí en cada página de este libro, tan pero tan sencillo y noble como el proceder de quien lo escribe (que hasta su nombre y apellido aparecen en la tapa en letras muy pequeñas).
Por lo tanto le auguro a su creador más que estas palabras de elogio porque le conozco, le admiro y le respeto. Le deseo: Leshaná tová tikatev vetejem! (Que seas inscripto en el libro de la vida).

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