domingo, 22 de septiembre de 2013

La metamorfosis

Descubrimos que Huarmi le saca la comida al perro. La vimos, como escondida, masticando un sabrosito de carne con verduras.
Creemos que Chispita no se enteró aunque, mirándolo de cerca, tuvimos la sensación de que algo nos quería decir con su gesto obsecuente, como si supiera o sospechara que algo con su alimento predilecto había ocurrido.
Intentamos por todos los medios desviarlo del tema, cambiar de conversación delante de él, fingir preocupación por las facturas que aún no abonamos (eso preocupa de verdad) o inventarnos noticias de cosas que nunca ocurrieron ni ocurrirían.
Lo acariciamos con más frecuencia que otras veces y, ahora que lo pienso, eso puede mover a conjeturas que pueden determinar nuestra amistad si se entera de que Huarmi le ha saqueado parte de su ración diaria.
Tememos una represalia de su parte y que cague en la entrada o que no ladre al vecino cada vez que escucha Babasónicos a todo volumen o que deje de mover la cola cada vez que vuelvo del trabajo.
Eso nos preocupa, aunque un poco más si a Huarmi se le ocurre orinar los árboles con la patita levantada, mover la cola cuando come su yogurt, oler los hormigueros o lamer el piso cada vez que se cae una miga de pan.

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