martes, 22 de octubre de 2013

El fútbol que nos duele

¿Alguien se acuerda de lo que es el fútbol? ¿Recuerdan cuando había que llevar la pelota con la mejor calidad/capacidad/habilidad (si es en equipo mejor) posible hasta el otro arco y convertir eso que se llama gol?¿Acaso es perder la compostura, la cordura y ganar como sea y a las piñas? ¿Quién genera la violencia? En cualquier momento, los partidos se van a jugar no sólo sin público visitante sino también sin equipo visitante.
El fútbol argentino está pasando por una de las peores etapas en todos sus aspectos. Se juega mal, las canchas se convierten en rings y las tribunas en jaulas de "vale todo", las barras dirigen los clubes, la policía le pega a chicos y mujeres, el defensor ya no para la pelota y el delantero la tira afuera debajo del arco.
¿De dónde sale la violencia? Al parecer desde el vestuario. Pareciera que el jugador en vez de vendarse los tobillos se venda las manos para salir a pelear cual boxeador. Hace tiempo han quedado de lados los lujos (esas maniobras con la pelota y los pies que hacen enredar a cualquiera), ya no se ven hinchas que disfruten de un espectáculo sino que van a putear a los jugadores y cuerpo técnico y dirigentes (¿paga la entrada para ir a putear? puede hacerlo gratis en el patio de su casa si quisiera) y hasta a comerse trompadas del entrenador de su equipo.
Fíjese lector que de lo que va de este texto no nombré a los árbitros. Pero ¿para qué perder el tiempo y caracteres? Por errores groseros se suspende a un árbitro por fecha. En cualquier momento va a dirigir un inspector de tránsito.
 Y uno mira un partido y le duelen los ojos. No sólo se harta de las propagandas oficialistas que estorban la pantalla en un desborde (que rara vez sucede) sino que ningun equipo alcanza a realizar dos pases seguidos. Y así y todo, los mejores jugadores de fútbol mundial siguen siendo y surgiendo de estas tierras. Es curioso, al menos para mí.
¿Será que acá siempre quedan los peores? No lo sé. Suena burdo pensar eso pero a los pibes de dieciocho o veinte años los venden al exterior con apenas cinco partidos en primera y treinta patadas encima. Y valen fortuna.
Desde lo político, todo igual. Don Julio se va a morir en la AFA. Es más, sospecho que aunque muerto va a seguir dirigiendo los destinos de nuestro juego sagrado, y la complicidad de los clubes que por deudas lo votan. Así todo.
Mientras que a los hinchas, los verdaderos (esos que alientan y piden por una buena jugada, por una pared de dos toques nada más), los que hemos perdido el paladar para que se genere un encuentro mágico y fantástico entre el balón y el player, que ya no exigimos maniobras que nos llenen la vista y aclamemos por otra por más que sea del contrario, a esos hinchas nos duele el fútbol.

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