viernes, 27 de febrero de 2015

Un muerto en el baúl


Por Víctor Torres


Si Arlt fuera contemporáneo escribiría historias como esta. Negocios turbios, matones, putas, mafiosos con pasado represor, drogas, etc. Todos tenemos un muerto en el placard, pero el Señor Machi lo tiene en el baúl de su auto.
Una prosa fluída, un lenguaje mordaz, diálogos que se mezclan en párrafos discretos; una novela negra que tiene los condimientos necesarios para mantener en suspenso al lector por un rato, que es el tiempo en que se devora un texto así.
Como un relato de Jim Thompson o con escenas dignas como las que involucran a Pepe Carvalho, la novela de Kike Ferrari (1972) supera los paradigmas que nos hablan de que “el policial debe ser intelectual”. La erudición en “Que de lejos parecen moscas” (2011) está en otro lado, en la persuación de hacia dónde va el mundo si en este sistema capitalista y deshumanizante “el triunfo es del delito” y no de la subversión y la guerrilla urbana revolucionaria (los “delincuentes” de los setenta). “Ser vivo es más importante que ser inteligente” afirma en un momento el protagonista.
En este sentido, el mismo Rodolfo Walsh supo poner en discusión al género a través de la investigación periodística que potenciara el enigma y así quitarle el velo que los canónicos del género sentenciaban.

Hay que reconocerlo: los hicimos mierda, los zurdos se quedaron sin brújula. O mejor: les metimos la brújula en el culo. Nos los cojimos de parado. Y ahora no saben qué hacer, ni contra quién”.

En la novela hay un presente definido cuyo paralelismo nos lleva -aunque sea por un instante- a otro tiempo; pero este presente acarrea un pasado negro, más negro que el género que la envuelve: los grupos (para) policiales (antes, la Triple A) que persiguen a los jóvenes pobres y los obligan a delinquir (como Luciano Arruga ahora, como los militantes en los setenta antes) .
Si al delito lo dominan los de arriba, los pobres solo obedecen y apretan el gatillo. Los sicarios y tranzas son los nuevos esclavos de la mafia: negros, villeros, excluídos, analfabetos, pobres. Si con ellos no se hace la revolución ¿con quién entonces?
Que de lejos parecen moscas”1 puede ser leído como policial pero, como todo policial, lo importante es descubrir la trama social e ideológica que se impone por sobre el delito criminis causa en sí.

La cuestión el héroe

El solo hecho de que el protagonista piense en quién de sus conocidos le pudo haber puesto un cadáver en el baúl de su propio auto, asesinado con su arma, con las manos atadas con sus propias esposas, significa que hay alguien peor que él. Quiero decir: si el señor Machi es el cretino de la historia ¿qué queda para el responsable de semejante mensaje mafioso?
Luis Machi adopta un doble estándar: pasa de ser el victimario a víctima, y gracias a esa conversión se transforma en su propio detective: a medida que busca deshacerse del cuerpo a las afueras del centro de la ciudad (la sangre del lado de la barbarie, cruzando la General Paz) analiza quién lo ha traicionado. He aquí la gran virtud del relato que construye Ferrari que viene de una tradición arltiana, de Walsh y también de Borges porqué no (“La muerte y la brújula”).
En el relato, la policía está totalmente subestimada. La presencia oficial se expresa sólo para detener el paso del señor Machi en la autopista quien, perturbado por la situación, piensa en coimear a los agentes para continuar su camino. La escena demuestra que la intervención policial se da por fuera de los sucesos, una complicidad implícita pero coherente a los tiempos que corren: lejos de la justicia.
No recuerdo ahora quién dijo una vez que en la novela negra no puede existir un héroe sino, en todo caso, un antihéroe. Es un precepto válido pero si, justamente, en una novela negra el héroe no es como el señor Machi ¿a qué llamamos género negro? ¿Cuáles son hoy – en el mundo actual- los posibles valores que dictaminan a un héroe?




Elogiada en el festival de Guijón por nada más y nada menos que Paco Ignacio Taibo II, la novela de Kike Ferrari constituye la popularización de un género que se creía perdido en nuestro país y que encuentra un nuevo exponente en caminos que se venían cerrando.

1Con el tema de las “moscas” hay un simbolismo (en la novela se dan algunas analogías que se proyectan, por ejemplo, en la televisión) por demás interesante dentro de la literatura. La mosca no es solo una forma de denominar al dinero, ya en la mitología romana, Júpiter es considerado el “rey de las moscas” y éstas lo acompañan en varios dramas. El zumbido en el oído, el rumor en la conciencia que molesta, ahí están las moscas perjudicando nuestra comodidad (las moscas se revuelven en la mierda).

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