jueves, 4 de mayo de 2017

"Poesía proletaria" Fernanda Laguna: alienación (análisis crítico)

Alienación y búsqueda en la poesía de Laguna

Por Víctor Torres

Con la lectura de “Poesía proletaria” uno puede comprender cómo funciona el sistema capitalista. En términos marxistas, si uno intentara definir la Alienación podría hacerlo, sin vacilar, con los versos que Fernanda Laguna vomita en una especie de prosa poética que lleva un pensamiento explosivo.
La entrega al mercado ya no resulta solamente insertarse en él para condensarlo, es decir, salgo a vender para hacer consumir. Esto evidencia que, para comer, es menester estar en el sistema a cualquier precio. Esto parece querer imprimir el “Yo” del poema que es un claro mensaje a la condición humana y su vulnerabilidad. Sobre todo, el de la mujer, condenada y reprimida por el patriarcado que no ve en ella otra idea que la de “puta”.

Algo del poema de Laguna también aparecen en la obra de Gabriela Cabezón Cámara, o Washington Cucurto1 (con quien han coincidido en un “realismo desenfrenado”, como me gusta llamarlo). Desde otro lenguaje, en Selva Almada puede verse la imagen en la mujer proletaria que sufre los tormentos del machismo.
Sin embargo, pese a lo generacional (Laguna nació en 1971) sus textos se asemejan al estilo under que circuló en los bares porteños hacia fines de los 80 y principios de los 90. En este sentido, hay cierta cercanía a la lectura sobre la sexualidad que hacían Perlongher o Baigorria.

Retomando la idea que plantea el poema, quien lo narra pertenece a la clase trabajadora. Si bien el título lo delata, el primer verso acomoda casi toda la “trama inicial” que cualquier lector busca:

Hoy he trabajado
desde las 9.00 a las 16.15.

Es un horario comercial, concreto, exacto. Y en la acción de trabajar está también la de hacer trabajar, es decir, quien protagoniza el poema vende herramientas de trabajo pero no de cualquier trabajo:

En lo de Rosita vendí
varios bastidores,
algunos pinceles,
acrílicos.

Lo artístico cobra otra dimensión. Es como vender libros o tocar la guitarra en una esquina a la gorra. Quien narra en el poema tiene el poder de los objetos que materializan el arte y, si bien los vende, al menos quita de eje la idea inicial de este análisis: me inserto en el mercado ofreciendo a la venta productos para hacer arte.
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Me resulta muy interesante el encuentro que tiene con “la empleada” de Ana “que vive en la calle Ortiz de campo/ Palermo Chico”. Su clienta es de barrio “de bien” (no hace falta irse a Nueva York para ver gente con guita). Acá el arte se convierte en lo “cool”. Es como si le vendiera a Marta Minujín. Pero en la respuesta de la empleada “- La señora no está” lo que hay es un encuentro de dos mujeres al servicio de otra: “Proletarios de todo el mundo, uníos” es la consigna marxista por excelencia. La “otra” no está, pero “nosotras sí” parecieran decir. Faltaría, entonces, preguntarse ¿y qué hacemos?

El final es determinante. Es el momento que ayuda a complementar todas las estrofas del poema. Por eso, vale la pena transcribirlo:


Mientras esperaba
pensaba en que podía
vender mi cuerpo
(hacer sexo)
para ganar más dinero
y no tener que cargar
tanto peso.
De todas formas
pensé,
ahora también lo estoy vendiendo.


Marx decía que el proletariado es la peor explotación porque emplea su fuerza de trabajo y es consciente de que está siendo explotado, a diferencia de los esclavos o los vasallos que no tenían asumida su ontología. El verso fina remata toda una experiencia sensible. “No es la consciencia lo que define al ser, sino que el ser define la consciencia” y aquí parece instalarse la idea de que la condición laboral no cumple con los preceptos humanos. Para el caso, es lo mismo vender productos que vender mi cuerpo (tener sexo a cambio de dinero). La alienación, queda claro, es la prostitución.
Mientras esperaba pensaba” dos verbos imperfectos que son necesarios para reflexionar sobre mis propias acciones. Lo que transporta (pinceles, bastidores, acrílicos) lleva “tanto peso” (el arte) que prostituirse no serían tan grave. Además, el sistema obliga a “ganar más dinero”.

En conclusión, “Poesía proletaria” es una interesante propuesta literaria para comprender los pormenores del sistema que oprime y exige más de lo que ofrece benévolamente.

1Ver nota de Página 12: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-2674-2012-10-26.html

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