lunes, 19 de marzo de 2012

El derecho a reclamar

Cuando el sistema no deja otra alternativa, el corte se convierte en la única forma de luchar. Es fácil hablar de "derechos", de leyes y de formas de protesta, pero cortar la calle significa un hecho de proceder a la demanda como ciudadanos a reclamar lo que el Estado no garantiza: trabajo, salud, educación, etc.
Una organización no corta la calle porque es de su antojo o tiene ganas sino que hay una justificación: la dignidad.
Es un pueblo que se organiza y da pelea a un mundo hostil que ante cualquier crisis impacta directamente a los pobres.
En Tandil, un sociedad que a pesar de - recientemente - haber condenado a civiles y militares de la dictadura, sigue siendo conservadora. Decir que "se exponen niños y mujeres" es una gran farsa. Las mujeres no solo son mayoría en las organizaciones barriales sino que tienen los mismos derechos de trabajo al igual que los hombres. Por otro lado, la presencia de niñ@s (si es que concurren) es casual: o no se tiene con quien dejarlos o se dirigen o provienen de la escuela.
Éstas explicaciones están de más, ya que los ciudadanos hablan desde la desinformación. Ese no es el problema, el problema es que se dejan engañar por dos o tres empresarios del diario y la televisión que dicen lo más rentable.
Podemos entender y comprender que hay "gente" que no acepta esta forma pero, insistimos, la sociedad no contribuye a respetar y reflexionar sobre las dificultades del otro.
Los medios de comunicación, nacionales y locales, son un monumento al engaño. Igual o peor que los dirigentes políticos, para quienes la solución es mandar a la policía a reprimir o desalojar un edificio público que no brinda ninguna respuesta. Un gobierno que levanta la bandera de "Derechos Humanos" y reprime no es un gobierno "nacional y popular" sino más bien agresivo y antipueblo, demagogo y vendepatria.
La criminalización de la protesta y la Ley antiterrorista no son recursos casuales de este ni de ningun gobierno a nivel mundial, ya que la crisis económica solo piensa en mantener a la gente en la casa y no en la calle.
Las represiones a ambientalistas, a ferroviarios tercierizados, a campesinos, el daño verbal a l@s docentes, los desalojos a los que luchan son las respuestas del gobierno.
No olvidamos a los compañeros asesinados por luchar culpa de las mafias que este gobierno encapsula con el punterismo: subsidios que le quita a los trabajadores para mantener sus apoyos clientelares en el conurbano y en las provincias.
Las organizaciones sociales seguirán en las calles reclamando mientras los dirigentes que gobiernan se encarguen de hacer oídos sordos ante las verdaderas demandas por trabajo y dignidad

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