martes, 26 de junio de 2012

Algunas muertes no son en vano




Hoy necesito un canto piquetero que me devuelva la voz silenciada,
                                   que me abra por la noche algún sendero pa' que vuelva mi vida enamorada". 
                                                                                                                                                                                Jorge Fandermole


En el combate de San Lorenzo, año 1813, la vida del general San Martín corrió peligro al trastabillar su caballo overo (el blanco elegante sólo lo usaba en los desfiles). Por un segundo, la batalla parecía acabarse.
Un soldado enemigo reconoció al “Libertador” y arremetió contra él que había quedado inmóvil debajo del animal. Mientras extraía su espada para culminar con
 el asunto y vanagloriarse, apareció repentinamente un hombre que se abalanzó contra el victimario y liberó a su mayor. El enemigo empujó sin clemencia el sable sobre el torso del “soldado heroico”.
  • ¡Honor, Honor al gran Cabral!

Casi dos siglos después, la historia vuelve a repetirse. Esta vez, la estación 
Avellaneda como escenario en una batalla creada por mala gente y alimentada por
 la prensa.
Habiendo sorteado el centro de la represión, un joven de barba – no solo desarmado, sino desocupado- decidió regresar al lugar de “combate” porque un compañero – al que, por cierto, no conocía- yacía herido. Llegó hasta él, intentó reavivarlo hasta
que un grupo de policías se hizo presente y ordenó al muchacho a retirarse. Ante la advertencia, el joven resistió por el deseo de ayudar al otro joven, asistirlo, pero dio cuenta que su vida también corría peligro.
Cuando al fin logró hacer camino para salvarse, recibió cobardemente un tiro por la espalda.

La historia se inventa próceres y mártires. Algunos lo son, claro. El tiempo se 
encarga de, cada tanto, traerlos a la memoria. Lo cierto es que algunos héroes 
tienen himnos y otros aguardan a tener justicia.
Las víctimas entendieron el valor de la vida. Uno salvó la vida de su mayor, el otro
 no pudo llevarse ese premio aunque sí la certeza de que el tiempo transcurre y es necesario de continuar la lucha para salvar otras vidas.

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