lunes, 5 de agosto de 2013

Feria del Libro: la queja de un lector

Siempre una Feria del Libro es una celebración. Que los libros nos miren, nos elogien, nos busquen y nos encuentren significa que aún están presentes las necesidades de descubrir otros mundos, hundirnos en ellos, manipular páginas, mirarnos en personajes que nos representan, valorar los autores.
En Tandil, acaba de realizarse la décima Feria del Libro: un espacio esperado anualmente y considerado uno de los más importantes en la agenda cultural. Sin embargo, la organización suele estar relegada a detalles que, en estos años aún no han sido superados.
Desde ya advierto que no soy de hablar de mi experiencia pero, creo y sostengo, que en este caso puede servir para explicitar mi punto de vista.
El jueves a la tarde presenté mi libro de cuentos en una de las salas que la feria posee para charlar con los lectores. A mí me tocó la sala llamada Ernesto Sábato. Lo cierto es que cuando llegué a la feria nadie supo decirme dónde quedaba dicha sala ya que no la podía hallar donde supuse que debía estar. Luego de hacer un  paseo en busca del lugar, afortunadamente un conocido me advirtió que "la Sábato" se encontraba por fuera de la feria, es decir por una puerta exterior, saliendo a la calle y subiendo una escalera.
Pude llegar. Ya era la hora pautada en la que debía llevarse a cabo la presentación de mi libro y, como había una charla previa, me dispuse a esperar (junto a colegas, familiares y amigos) a que culminara la otra presentación. El comienzo de mi espacio se dio recién media hora después de la que me habían otorgado. Y, por supuesto, mi presentación terminó antes ya que me apuraron sutilmente para que el próximo tuviera su tiempo correspondiente.
No hice ningún escándalo. No es lo mio y creo que eso es para mediocres. Pero me sorprende que, pese a los años, existan "accidentes" como éste lo cual genera cierta decepción en torno al trabajo de uno y la entrega en relación a su creatividad (sea de buena calidad o mala).
Reflexionando, algunas ideas me cierran y tampoco es casual. En la Feria del Libro se le da igual o más lugar a espacios de "candidatura", un stand de "agua purificadora", "posters de Justin", juguetes en vez de lugar útil y adecuado a otro tipo de manifestaciones.
Tampoco es casual que la Feria se haga en la "Cámara empresaria": signo de negocio, mercado al cual han instalado los libros por un interés exclusivamente económico. Al parecer, el próximo año volverá al Centro Cultural Universitario, donde anteriormente se llevaba a cabo (diferencias políticas generó el traslado).
Esto es una crítica pero más una descripción de mi sensación como lector principalmente: los lectores merecemos mejor destino. Ojalá ayude a prevenir futuros inconvenientes a la hora de mostrar algo creativo.

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